“Vamos a la cancha, ni se te ocurra gritar ni salir corriendo”: el calvario de una chica que fue raptada, violada y asaltada
“Subite que vamos a hablar con vos”. El arma que la apuntaba no le dejó otra alternativa que obedecer a la orden del hombre que, junto a un cómplice, la interceptó cuando caminaba, cerca de las 9 de la mañana, hacia la casa de su tía, en la localidad de Manuel Alberti, en Pilar. Así comenzó el relato de la denuncia de la joven de 26 años que fue raptada, violada y asaltada, a la que accedió Infobae.
Tras ese episodio, la víctima subió a un Chevrolet Agile y notó que pasaron unos diez minutos hasta que ella y sus captores llegaron a una casa ubicada sobre la calle Los Olivos y Anasagasti. En ese lugar, el secuestrador, identificado como Walter Adrián Olguín (39), le ató las muñecas a una silla con precintos. Le hizo preguntas de su vida personal y volvió a amenazarla. Según dijo, “lo conocía de vista”.
“Agarrá tu celular y mandale mensaje que vos estás en tal lugar y decile que te vaya a buscar (sic)”, le dijo. El destinatario era la pareja de la cautiva. Le exigió, a la vez, la clave del aparato. Ella se negó y recibió como respuesta un golpe en el rostro. Luego, la llevó a una habitación donde le colocó un par de esposas y la violó.
Más tarde, alrededor de las 22.30, llegaron otros dos hombres y llegó una nueva orden: que revele su contraseña de Facebook. Así, se comunicaron por chat con su pareja, haciéndose pasar por ella. Le pidieron que vaya al concentrador de José C. Paz a buscarla y que envíe fotos cuando llegara.
Cuando las imágenes llegaron, Olguín ató con cinta de embalar sus manos y sus pies, la llevó al baño y la arrojó al piso. Fue el inicio de un feroz ataque a golpes. Sintió el puño golpear contra su rostro y su cabeza, a la vez que le decía: “Quédate callada”.
Unos 30 minutos más tarde, el líder del grupo regresó con una valija negra que quemó luego de repartir el contenido con sus dos cómplices. Volvió a dirigirse a la mujer y le soltó los pies. Con las manos atadas, caminó al auto en el que la había raptado.
Olguín la llevó hacia una propiedad de la calle Mayor Antonio de Pino, en Moreno. La acostó en una cama, volvió a violarla y se quedó dormido. Al día siguiente, cerca de las 9 de la mañana, la obligó a subir, una vez más, al Chevrolet. Dieron algunas vueltas hasta que subieron al vehículo dos hombres.
”Vamos a ir a la cancha, no se te ocurra gritar, ni salir corriendo, ni hacer ningún tipo de señas. Tenemos fotos de tus hijos sabemos dónde están viviendo, los vamos a matar a vos y a ellos”, le advirtió Olguín antes de descender del auto. Regresaron a la casa. Se acostaron y se quedaron dormidos.
Cuando se despertó, la víctima ya no podía distinguir qué fecha ni qué hora eran. Solo sabía que era de día. El tiempo se volvió circular y las escenas se repetían. Los secuaces de su captor regresaron esa misma jornada.
“Si llega a pasar algo, van a la policía o algo, vos decí que no nos conocés, que no sabés quiénes somos ni nada. Si llegás a hablar, te vamos a matar a vos y a tus hijos. Más vale que vos te eches toda la culpa, porque te vamos a hacer lo mismo que le pasó a una piba que nos quiso meter en cana y ahora ella está presa y está metida pidiendo ayuda”. Otra vez, la misma amenaza pero adornada con otros detalles.
Una vez más, la esposaron y la dejaron encerrada. En algún momento del cautiverio, la obligaron a revelar la dirección de su casa, a la que entraron. Rompieron la puerta de acceso y se llevaron dinero en efectivo y equipos electrónicos.
Volvió a abrir los ojos. Se había quedado dormida. Notó, en ese momento, que Olguín no estaba en la casa. Forzó la puerta con unos cubiertos, desesperada, y puedo abrirla. Al fin, había logrado huir.
Cuando los médicos la revisaron, su cuerpo tenía las huellas de la violencia que ejercieron los captores. La víctima presentó hematomas y escoriaciones en forma circular en ambas muñecas, hematoma en cara interna del codo izquierdo, tercio medio de cara anterior de brazo derecho y en cuero cabelludo región occipital (posterior de la cabeza), dolores corporales varios en muñecas, tórax, cuero cabelludo, cefaleas, dos heridas contusas lineales en labio inferior de unos tres días de evolución, herida contusa en mentón y hematoma en malar izquierdo, lesiones de unos tres a cinco días.
En región perianal, lesión a modo de rayo de rueda externa a la región de los pliegues anales en hora doce de unos 4 días de evolución por unos 1 por 2,5 milímetros. También presentaba lesiones vaginales.
El fiscal Manuel Cayuela, titular de la Fiscalía Especializada en Violencia de Género, sede Pilar, no pudo determinar con certeza cuántos días duró el secuestro, pero estiman que pudo haber sido de ocho días.
Efectivos de la SubDDI de Pilar, en conjunto con personal de GTO de Comisaria Pilar 4°, Manuel Alberti y Estación Pilar, se encargaron de la investigación y lograron obtener pruebas del relato que hizo la víctima.
Esta madrugada, allanaron las dos viviendas donde la chica de 26 años permaneció secuestrada, detuvieron a Olguín -que tenía un pedido de captura vigente emitido por un juzgado de Ejecución- y secuestraron una pistola semiautomática calibre 45, con su cargador a tope.
La víctima reconoció el arma que la apuntó y otros elementos incautados por la Policía, entre ellos, el Chevrolet Astra.
En tanto, Olguín será indagado por los delitos de privación ilegítima de la libertad agravada, abuso sexual con acceso carnal, lesiones agravadas por ser cometidas por un hombre hacia una mujer en un contexto de violencia de género y tenencia ilegal de arma de guerra.