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Se hizo amigo de Maradona luego de que Diego le rompiera el auto y cuenta sus aventuras en Cuba: “Era un chico extraordinario con problemas”

Alfredo Tedeschi, amigo de Maradona
Tedeschi, naveganco junto a Maradona en Cuba

“Vi la serie Coppola, el representante, y lo hablé con Guillote. No sé si refleja lo que realmente fue él para Maradona. No lo tratan del todo bien a Guillermo. Si no estaba Guillermo en su vida, Diego no vivía, se hubiera muerto muchos años antes”. De esta manera, cerró la entrevista Alfredo Tedeschi, quien desde hace 24 años conoce al protagonista de la serie más popular de la Argentina, y se transformó en un amigo muy cercano del fallecido Diego Armando Maradona.

En febrero del 2000, el astro argentino se instaló en Cuba para iniciar su tratamiento contra las drogas. Llegó a La Habana con Claudia Villafañe y su representante, Guillermo Coppola. Alfredo lo perseguía como buen periodista que era, como corresponsal de Reuters en Cuba, con la intención de sacar la exclusiva de su llegada a la capital cubana para iniciar su rehabilitación. En ese momento, la madre de Dalma y Gianinna le pidió a Tedeschi que bajara la cámara y este accedió, pero su camarógrafo siguió grabando hasta que Diego se enojó y les rompió una de las ventanillas del coche de una trompada.

“Maradona me pidió disculpas por ese inconveniente. Yo le regalé un antena para que viera los partidos de fútbol y, a partir de ese dia, arrancó una amistad que nunca terminó”, asegura Tedeschi desde Filipinas, donde se encuentra grabando un reality show.

La llegada de Maradona a La Pradera generó una verdadera revolución cubana. Siempre que salía o entraba a su chalet se cruzaba con siete u ocho periodistas que se ubicaban en la entrada para registrar su presencia. Pero al generar un amistad cercana con Tedeschi, un día Diego se paró frente al resto de los periodistas y les aclaró: “Yo soy amigo de Alfredo y si tengo algo que decir, se lo voy a decir a él y a la agencia donde trabaja”, revela el también ex productor de Susana Giménez.

Producto de esa amistad que generaron, Diego le regaló a Tesdeschi una moto de agua para navegar por las aguas de la isla. A su vez, el periodista movió sus contactos para que le mandaran un cargamento de insumos difíciles de conseguir en Cuba para la familia Maradona. “Yo tenía buenos contactos en Miami, Estados Unidos, y al otro día mandé a traer un cargamento con lo todo lo que necesitaba: sal sin sodio, fideos especiales y otras cosas más”, recuerda

“Diego fue un genio, un ser de la estratosfera, un gran amigo. Era un chico extraordinario con un montón de problemas”, se sincera en diálogo con Infobae.

– ¿Qué es de tu vida, Alfredo?

– Mi vida es un loquero. Estamos haciendo un programa en Filipinas. Yo trabajo para una empresa belga desde hace diez años. Hacemos todos los años el mismo programa con los mismos clientes. Esta temporada armamos el programa para Hungría y se llama Asia Express.

– ¿Hace mucho tiempo te fuiste de Argentina?

– Yo vivo en Argentina, pero voy y vengo. Yo estuve fuera de mi país durante 15 años trabajando para la cadena Reuters en Cuba. Era el corresponsal en ese país.

– ¿Fue en Cuba donde conociste a Diego Armando Maradona?

– Si, lo conocí en 1995 cuando vino a ver a Fidel Castro y estaba Ricardo Darín. Ahí nos presentaron. En esa época, no éramos amigos. La amistad surgió después, cuando volvió en el 2000, cuando vino a internarse.

Alfredo Tedeschi, amigo de Maradona
Maradona y Tedeschi, con Fidel Castro

– ¿Qué recordás de aquel reencuentro con Pelusa cuando fue a internarse a La Habana?

– Lo empezamos a seguir con el fotógrafo de la agencia. Recuerdo que lo seguimos por todos lados y se enojó mucho con el camarógrafo porque no paraba de grabar y sacarle fotos. Así que se acercó al auto y me rompió de una trompada la ventanilla del auto. Estaba hinchado las pelotas de que lo siguieran por donde fuera. Pero dio la casualidad de que mi mujer iba al mismo gimnasio que Claudia (Villafañe), que había llegado unos días antes y ella andaba necesitando productos: sal sin sodio, fideos integrales, y como yo tenía los contactos en Cuba para traerlos de Miami, en menos de 24 horas le dimos una mano, y Claudia después me invitó a pasar a su casa para que conociera a Diego.

– ¿Ahí fue cuando empezó la amistad?

– Sí. Maradona me pidió disculpas por ese inconveniente y arrancó una amistad que nunca terminó. Ese día que Claudia me hizo ingresar a su casa fue muy gracioso. Estábamos todos los periodistas apostados en la puerta de su casa esperando a que pasara Diego. Cuando llegó, paró el auto y me dijo “vos che, en cinco minutos vení a mi casa”. Entonces, me hicieron pasar y fue una charla muy distendida. Yo estaba con mis hijos y fue todo muy ameno. A partir de ahí, hicimos una gran amistad.

– ¿Es cierto que tu casa era el lugar de encuentro de Diego, sus amigos y las visitas?

– Yo vivía a cuatro cuadras de su chalet en La Pradera. Además, tenía una antena grande con un decodificador para ver el Canal 13 en directo y se la regalé para que pudiera ver los partidos de fútbol. Se la instalé y le regalé un monitor de computadora para que pudiera utilizarla. Pero a él le gustaba venir a mi casa a ver los partidos, porque yo le hacía los asados. Todo pasaba en mi casa. Diego venía con sus amigos y visitas. Estuvo el cantante cordobés Rodrigo, los chicos de Defensores de Almagro, los diputados y senadores que lo visitaron vinieron a mi casa; todo el mundo venía.

– ¿Fidel Castro también fue a tu casa?

– No, Fidel iba a la casa de Maradona. Si no lo íbamos a visitar al Palacio de la Revolución. Ambos se conocieron cuando Castro lo invitó por primera vez al palacio. Luego, Fidel caía a las 2 AM a la casa de Maradona para charlar un rato. Un día que Diego necesitó algo, me llamó para ir por la mañana a visitar al Comandante, pero le dije “Diego, no te va a poder atender porque tiene la agenda completa”. Yo recibía a diario la agenda de Fidel. Pero Maradona me respondió “vamos igual porque necesito verlo”. Fuimos con Guillermo Coppola y otra gente. Tocamos la puerta y entramos. Estuvimos tres horas reunidos con el comandante; y ahí fue cuando nos sacamos la foto en la que estoy con Fidel y Diego.

– ¿Cómo fueron esas charlas con Fidel?

– Fueron momentos espectaculares. Más allá de su parte ideológica, era un tipo muy ameno, charlaba con todo el mundo, contaba historias y le gustaba el fútbol. En un momento dado, Fidel le dijo a Maradona “te quiero patear un penal”. Maradona le respondió “no hay 13 pasos acá”. Pero Fidel le dijo que sí había 13 pasos en el salón principal del palacio y Diego le pateó un penal que Fidel imaginate no atajó, ni se tiró.

– ¿De que manera se podría definir a Maradona como amigo?

– Para mi fue muy grato, un ser humano increíble. Con mis hijos era adorable. Jugaba a la pelota con ellos, se tiraba al piso con pistolas de agua, se morían de la risa. Era un chico extraordinario con un montón de problemas. Pero un ser humano de la puta madre. Recuerdo que tuvo millones de gestos conmigo en Cuba.

– ¿Cuál es el primero que te viene a la cabeza?

– Primero, le dijo al resto de la prensa: “Yo soy amigo de Alfredo y si tengo algo que decir, se lo voy a decir a él y a la agencia donde trabaja Alfredo”. No atendía a otro periodista. A mí me daba mucha vergüenza. Pero era el único tipo que tenía todas las historias de Diego. Fue un momento espectacular, inclusive para mi carrera. Imaginate que para la agencia fue maravilloso tener las exclusivas de Maradona, el hombre más popular del mundo.

– ¿Cuál es la historia que más recordás de las que te contó?

– La de la Ferrari en Nápoles. Le dijo a Guillote “esto no tiene radio (risas)”. Andaba en una Ferrari y se fijó que no tenía radio para escuchar música. Es increíble.

– Diego era muy generoso y le gustaba hacer regalos. ¿Te hizo algún regalo que recuerdes?

– Si, era muy generoso y le gustaba salir a navegar conmigo. Yo tenía mi propio barco y Diego me regaló una moto de agua 0 km, traída de Canadá. Él la manejaba con mis hijos todos los días; iban y venían. Yo me había comprado un kayak, una banana, un barco y Diego me regaló una moto de agua. Se revolcaban en el agua y andaban de acá para allá.

– ¿Cómo era tu relación con Coppola?

– Excelente. Guillote es el tipo más recto que conocí en mi vida. Un ser humano espectacular. La gente piensa que él es un chanta, un drogón y nada que ver. Guillote es lo más. Para mis hijos era el tío Guille. Y lo sigue siendo, porque hablamos hace una semana.

– Para Diego, ¿qué era Guillermo en su vida?

– Su papá, su mamá y la mano izquierda. Lo que pasa es que Diego quería quedarse en Cuba y a Guillote no le gustaba un carajo. Al final, Guillermo iba y venía. Se quedaba uno de los chicos que custodiaba a Maradona, no me acuerdo sí era Carlitos o Gustavo. A veces venía Gabriel, también. Cuba es un país muy difícil. No hay un shopping, ni a donde ir a tomar un buen café o un vino. Es complicado en ese sentido.

– ¿Le hizo bien a Diego instalarse en Cuba para dejar las drogas?

– Yo creo que no. Inclusive, en algún momento le empezaron a llevar drogas y ya no era el mismo. Yo hablé con el ex vicepresidente Carlos Laje y le dije en la cara “si ustedes no cuidan a este chico, Maradona se les va a morir acá (Cuba) y van a tener un problema”.

– ¿Fue a Cuba a tratarse por las drogas y le daban para consumir?

– Sí, era así. No te voy a decir quién, pero le llevaban las drogas. Yo conocía toda la interna y sabía quién se la llevaba. A la segunda vez que lo vi entrar a la casa de Diego, me imaginé quién era.

– ¿Diego estaba acompañado de su familia?

– No. Claudia, y las chicas, ya se habían ido, y ella de vez en cuando iba y venía. Se habían cansado de la vida en Cuba, ya que en el único lugar donde podían comer milanesas era en mi casa (risas).

– ¿Fidel Castro hizo algo para ayudarlo a Diego a dejar las drogas?

– Yo creo que sí dentro de lo que podía. Por suerte, se lo sacó de encima antes de que le pasara algo en Cuba. Estuvo cuatro años. Yo estuve los primeros tres, y después me fui. Diego me pidió de diez maneras distintas que me quedara, pero no pude hacerlo. Había terminado mi relación con la compañía, porque me tuvieron 12 años, me prometieron el cambio de destino y nunca llegó. Cuando me lo dieron, me dijeron que me iba a África y les dije que no. Y me volví a Buenos Aires.

Alfredo Tedeschi, amigo de Maradona
Diego y Alfredo, después de un picado

– ¿Cuál fue tu última imagen de Diego?

– Lo volví a ver cuando estaba produciendo el programa de Susana Giménez en Buenos Aires con Luis Chela. Eso fue en el 2005. Ahí nos volvimos a encontrar. Pero ya el núcleo de gente que lo rodeaba no era el mismo.

– ¿Cómo fue el día que casi para un partido del Bayer Múnich?

– Fuimos al estadio del Bayern Múnich el día de la despedida de Lothar Matthäus junto con Diego y Guillote. Nos encontramos con su familia que había llegado de Buenos Aires. Yo estaba junto al camarógrafo y no nos querían dejar de pasar. Maradona se dio cuenta y le dijo al guarda de seguridad en español: “Si ellos no entran, yo me voy y no juego”. Estaba a punto de empezar el partido.

– ¿Y qué pasó?

-Nos dejaron pasar. Maradona abría las puertas del cielo si quería, era impresionante todo lo que generaba. A la noche, fuimos a la fiesta de despedida de Lottar. Nos quedamos cuatro días en Múnich y salimos a comer con amigos de Maradona, a pasear y a comprar cosas y nos volvimos.

– ¿Cuál es tu último recuerdo de Diego?

– El día que lo vi entrar a la cancha de Gimnasia y Esgrima La Plata como entrenador. Es la última imagen que tengo en mi cabeza. Luego, fui al velorio.

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