Sociedad

Cuatro imponentes castillos poco conocidos en la provincia de Buenos Aires y sus misteriosas historias

Estancia La Ranquel
Cinco imponentes castillos poco conocidos en la provincia de Buenos Aires y sus misteriosas historias – Crédito Matías Virasoro Guerrero

En la provincia de Buenos Aires, cuatro castillos se erigen como testigos silenciosos de historias poco conocidas y arquitecturas imponentes que despiertan el interés de quienes los descubren.

Este recorrido por las edificaciones menos exploradas ofrece una perspectiva única sobre la influencia europea en la arquitectura local y las narrativas que cada uno de estos lugares alberga. Desde legados familiares hasta proyectos arquitectónicos que buscaban imitar las grandes construcciones medievales de Europa, estos sitios representan un capítulo fascinante de la historia edilicia bonaerense.

Castillo La Raquel

Estancia La Ranquel
La Raquel es un castillo de estilo francés construido en 1894 – Crédito Matías Virasoro Guerrero

En Castelli, se erige La Raquel, un castillo de estilo francés construido en 1894, que despierta interés tanto por su arquitectura como por su vinculación con Felicitas Guerrero, figura célebre de la alta sociedad argentina asesinada en 1872.

La propiedad, gestionada hoy por la Fundación Russo-Guerrero, prepara su reapertura como resultado de un esfuerzo familiar liderado por Cecilia Guerrero y Juan Pablo Russo.

La historia de La Raquel está intrínsecamente ligada a historias de amor, tragedia y legado cultural, incluyendo la de Felicitas Guerrero, cuya vida y muerte precoz siguen capturando la atención del público.

Felicitas contrajo matrimonio a los 15 años con Martín de Álzaga, un hombre mucho mayor que ella y perteneciente a una de las familias más ricas de la época. Tras la temprana muerte de su esposo, heredó una gran fortuna, convirtiéndose en una de las mujeres más codiciadas de Buenos Aires.

Felicitas Guerrero 1920
Felicitas Guerrero, una de las mujeres argentinas más codiciadas del siglo XX.

La tragedia de su muerte ocurrió cuando el joven Enrique Ocampo, despechado por el rechazo de su propuesta de matrimonio y movido por una obsesiva pasión, decide matarla, disparándole en la quinta familiar de Barracas.

Herida de muerte, Felicitas falleció a las pocas horas, provocando una gran conmoción en la sociedad de la época. Tras cometer el crimen, Ocampo intentó suicidarse, aunque sobrevivió inicialmente, y murió días después debido a las lesiones.

El castillo, que continúa en renovación, se prepara para recibir visitantes, ofreciendo recorridos por un parque botánico y eventos culturales, manteniendo así viva la historia y el patrimonio argentino.

Además, la Fundación Russo-Guerrero se compromete con iniciativas sociales y medioambientales, marcando un renovado capítulo en la rica historia de La Raquel y su comunidad.

Castillo De Naveira

Castillo Naveira Luján
En la actualidad, resulta imposible visitar el Castillo Naveira Luján, porque sus propietarios mantienen las puertas cerradas a los curiosos.

Su construcción data del siglo XIX y tiene su origen por el encargo de un viudo, originario de Leipzig, Alemania, llamado Enrique Beschtedt, acompañado por su única hija, Irene. Este alemán compró el terreno a 10 kilómetros de la Basílica, ahora sobre la calle Beschtedt s/n encantado con los sauces que bordean un arroyo, y contrató a uno de los ocho arquitectos que trabajó en la Basílica de Luján, el belga Ernesto Moreau.

Padre e hija vivieron en una casa entre dos ombúes que llamaron San Enrique. Tras contraer nupcias con el Dr. Domingo Fernández, Irene se convirtió en madre de 9 hijos y dejó el castillo en 1913.

La propiedad pasó por dos dueños más y cambió de nombre para convertirse en San José, por el patrono del hijo de último dueño. “Pepe” Naveira pronto tomó las riendas del lugar y amplió la propiedad, volviendo a contratar al arquitecto original, Ernesto Moreau. Además de conservar el estilo gótico, que se había puesto de moda a fines del siglo XIX, también mantuvo en pie la gran arboleda que lo acompañaba.

En la actualidad, resulta imposible atravesar “la muralla” del castillo, porque sus propietarios, celosos de su intimidad, mantienen las puertas cerradas a los visitantes curiosos.

Castillo La Candelaria

La Candelaria había sido proyectada como una edificio con fines sociales. La construcción del castillo se llevó a cabo entre 1890 y 1894.
La Candelaria había sido proyectada como una edificio con fines sociales. La construcción del castillo se llevó a cabo entre 1890 y 1894.

La estancia fue fundada en 1840 y es la única de su tipo que cuenta con un castillo francés de finales del siglo XIX. La Candelaria había sido proyectada como una edificio con fines sociales. La construcción del castillo se llevó a cabo entre 1890 y 1894. Fue una obra íntegramente diseñada por el arquitecto francés Alberto Favre.

La casa combina elementos arquitectónicos góticos, y sigue los lineamientos de la arquitectura neo-renacentista francesa, por lo que su estilo pertenece al movimiento arquitectónico del eclecticismo.

Los puntos fuertes son la fachada, el salón dorado, antiguamente sala de juegos y comedor. Un pórtico gótico y la torre almenada contrasta con los detalles barrocos. El castillo está compuesto por cuatro niveles, los dos últimos a los que no se tiene acceso eran para el personal doméstico, guardado de blanco y tanto la planta baja y primer piso para áreas sociales y alojamiento para la familia e invitados. Allí se distribuyen las 8 habitaciones, dos de ellas en suite.

Su construcción finalizó en 1937, a pedido de Rebeca Piñeiro del Mármol de Fraga, con el objetivo de que sus antepasados descansen en la estancia.

En este palacio pueden realizar paseos en sulkys, disfrutar de shows de danza y destreza criolla, y también clases y exhibición de polo. O bien, degustar la gastronomía criolla con la internacional, así como lo hicieron figuras de la realeza como Máxima Zorreguieta y el príncipe Harry o personalidades de Hollywood como Tommy Lee Jones, Lola León, y Los Rolling Stones.

Castillo de Egaña

Palacios y Mansiones en ruinas
La conservación del castillo de Egaña ha sido un desafío, dado el costo que implica mantener una estructura de tal magnitud.

El Castillo San Francisco, también concido como de Egaña, ubicado en el partido de Rauch, es una notable construcción que data de principios del siglo XX. Este castillo se encuentra en una región caracterizada por su tranquilidad y sus paisajes rurales, lejos de los circuitos turísticos tradicionales.

Con 77 habitaciones, este castillo se erige como un símbolo de la próspera fortuna de la familia Díaz Vélez, mezclando la opulencia y tragedias a lo largo de su historia.

Cuenta la leyenda que, el día de la inauguración, su dueño, Eugenio Díaz Vélez, arquitecto y nieto de un prócer argentino, que viajaba desde Buenos Aires en coche, sufre un accidente y muere en el lugar. Con la fastuosa fiesta preparada y todos los invitados listos para el banquete llega la noticia del accidente y los asistentes dejaron todo y volvieron a sus hogares.

Su hija se quedó con el personal de servicio solo para cerrar puertas y ventanas e irse, dejando todo preparado para una fiesta que jamás se ofrecería. Ella nunca volvió y la “Fiesta Congelada” quedó en espera de sus comensales desde 1930 hasta 1960, cuando alguien se animó a entrar y observó todo lo preparado para un festejo que nunca se llevó a cabo 30 años antes, pero sí encontró a alguien: al dueño de la finca (o más bien su fantasma) vestido de frac, cubierto de sangre que le preguntaba al intruso una y otra vez dónde había ido su hija y sus invitados. El intruso, al volver a su casa, contó lo que vio y falleció de un infarto.

Tras la muerte de Eugenio, la propiedad pasó a manos de su hija, María Eugenia, y eventualmente fue expropiada por la provincia en 1958 bajo un proyecto de reforma agraria.

Transformado más tarde en un reformatorio, el castillo quedó abandonado a mediados de los 70. Hoy, los vecinos de Rauch mantienen el lugar, rodeado de mitos como la “Fiesta Congelada”, donde se cuenta el trágico fallecimiento del dueño en el día de su inauguración, dejando una leyenda de espera y apariciones fantasmales que persiste hasta la fecha.

Este monumental edificio, marcado por la esplendorosa visión de un arquitecto y la inevitable decadencia frente a los cambios políticos y sociales, permanece como testigo mudo de una época dorada y su eventual olvido.

A pesar de su estado actual, que puede no ser el óptimo, el castillo sigue siendo un punto de interés para quienes visitan la zona, atraídos por su historia y su arquitectura singular. No es solo un testimonio del pasado de la región, sino también un símbolo del sueño de un hombre que buscó plasmar sus aspiraciones y recuerdos de su tierra natal en la vasta pampa argentina.

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