El Gobierno amenaza con excluir del Pacto de Mayo a la dirigencia política si no le aprueban la Ley Bases a tiempo
Tras la nueva postergación, anoche, del dictamen de comisiones en el Senado del proyecto de Ley Bases y el pacto fiscal, en el Gobierno crece la preocupación por la falta de consensos para conseguir los votos en el Senado, y exploran alternativas para presionar con el Pacto de Mayo. Ayer habían deslizado que podrían postergar la fecha hasta junio, o inclusive julio, pero Javier Milei evalúa sostener el evento el 25 de mayo con un cambio total de formato, sin políticos, y con un discurso “muy picante” contra la dirigencia.
La ceremonia del Pacto de Mayo estaba planeada inicialmente en el Palacio de Justicia, con presencia de la mayoría de los gobernadores, algunos ex presidentes, dirigentes de partidos políticos, y representantes de todas las áreas de la vida pública, desde el sindicalismo a la Iglesia. Ese día, los mandatarios provinciales y Milei firmarían el documento de 10 puntos para el desarrollo del país que presentó el Presidente con toda pompa en la Asamblea Legislativa.
Pero los planes empezaron a complicarse esta semana, cuando varios senadores que el Gobierno daba por sentado que acompañarían la ley Bases empezaron a poner en duda su apoyo durante el debate en comisiones. Y el Presidente, preocupado por no aparecer como el gran derrotado, había evaluado postergarlo hasta junio o julio, como dijo ayer tras el acto por el busto de Carlos Menem. Pero hoy, en un clima de efervescencia en Balcarce 50, decidió que, si no le aprueban la ley, realizará el Pacto de Mayo de todas formas, pero sin “la casta”.
El lugar, en este caso, sería el Cabildo de Córdoba. Y no habría ni un solo invitado de “la política”, ni siquiera el gobernador anfitrión, Martín Llaryora, que esta semana mostró malestar por los planes de dilatar el acto por la falta de ley. Los firmantes, en tal escenario, serían los propios ciudadanos. “Si la política no acompaña, el pacto se firmará con la ciudadanía”, explicaron.No todo está dicho, y son varios los mandatarios que insisten para que se mantenga. Esta tarde, por caso, el santafecino Maximiliano Pullaro dijo, como si nada, que estaba decidido a asistir porque “cree en la importancia del diálogo”.
La decisión de cambiar el formato del evento político se tomaría el viernes si el oficialismo no lograra emitir dictamen y reunir las voluntades para una votación a favor en general de cara al recinto. Si no sale ese día, no tendrán tiempo para aprobarlo, sobre todo si respetan el plazo de siete días entre el dictamen y el debate en el recinto que impone el reglamento del Senado.
No son optimistas, y apuntan contra los radicales, especialmente Martín Lousteau, e incipientemente, contra PRO. Aunque la mayor parte de la tropa amarilla los acompañó fervientemente en Diputados, la posición crítica de la senadora porteña Guadalupe Tagliaferri los puso en guardia frente al conjunto de sus socios. “No nos interesan sus internas, el PRO se comprometió a apoyar y no lo está haciendo”, lanzó un operador que frecuenta a Karina y Javier Milei.
En la Casa Rosada se imponía un clima de fuerte malestar por los atrasos, pero no sólo con los aliados. Nuevamente la bronca se posaba sobre la presidenta del Senado, Victoria Villarruel, a quien ya habían vapuleado por el rechazo al DNU hace semanas. “Hay que preguntarle a Victoria”, dijo un asesor muy cercano a Milei sobre las dificultades en el Senado. En la Casa de Gobierno masticaban bronca por la pérdida de un día entero de debate a causa de la presentación del primer informe del jefe de Gabinete, Nicolás Posse. “Se podría haber hecho tranquilamente otro día, no justo ahora”, dijeron.
En el Senado mostraron hartazgo con los cuestionamientos, que no dejan de repetirse a pesar de los intentos de recomponer el vínculo entre la vice y los hermanos Milei. En la Presidencia del Senado dijeron que la sesión informativa de Posse estaba convocada desde abril, que él asistió de buena gana, que la semana pasada había estado en el Senado para recorrer las instalaciones y que no había posibilidades de postergarla.
“La Constitución dice que deben venir cada mes. Ya estamos en mayo, estaba bien que viniera ahora. El Senado tiene reglas y las reglas están para ser cumplidas”, dijo un funcionario de la Cámara. Y contó que la vice lo había propuesto hace veinte días. “Esto se define primero y se vota después. No es como en el Ejecutivo, donde se pasan las reuniones sin problemas. Eso es lo que no terminan de entender del funcionamiento del Congreso”, dijeron, sobre los cuestionamientos que llegaron desde Balcarce 50.
Y aseguraron que Villarruel no se involucró con las negociaciones porque fue, directamente, “excluida” de la estrategia. “En Diputados pusieron todos los fierros, y creyeron que en el Senado salía como por un tubo. No parece haber dimensión política de lo que pasa”, deslizaron en el Parlamento.
En Gobierno están convencidos de que los opositores “duros” quisieron boicotear el Pacto de Mayo, y sospechan que la propia Vicepresidenta les facilitó el camino para entorpecer el recorrido de la Ley Bases, con sus privatizaciones, desregulaciones, reformas laborales y régimen de incentivos para las grandes inversiones que consideran claves para mejorar la economía en la fuerte crisis. Sea como fuere, creen que saldrán ganando. En ese caso, Milei podrá decir que tenía razón cuando adelantó, el 1ro de marzo, que no confiaba en que lo acompañarían.