Wanchope Ábila, sin filtro: su pedido de ayuda a un psicólogo, polémica por el descenso de River y por qué Boca “es como Gran Hermano”
Ramón “Wanchope” Ábila suele hablar sin tapujos y decir lo que siente. Muchas veces eso le trajo problemas y en este caso fue profundo sobre temas personales. También dejó polémicas frases para definir el descenso de River Plate y la final perdida de la Copa Libertadores en Madrid en su época en Boca Juniors, cuya etapa la comparó con “Gran Hermano”. El actual delantero de Barracas Central hoy vive un momento de más tranquilidad y busca volver a consolidarse como profesional en un equipo que busca clasificarse a las copas internacionales.
“Descender es como pegarle a tu mamá, no hay vuelta atrás. Siempre desde lo deportivo”, sentenció el atacante de 34 años en una entrevista con Clank. “No hay vuelta atrás, porque a un hijo se le pega para corregirlo si te tiró, ponele, el florero que trajiste de Dubái. Descender es peor que perder una final, si ahí llegan los mejores, los otros ni siquiera clasificaron y lo ven por tele. Es mentira que es peor perder una final, no podés salir a la calle cuando descendés”, esgrimió en referencia a la final de la Copa Libertadores de 2018 que Boca Juniors perdió 3-1 con River Plate. “Nosotros perdimos la final y podíamos salir a la calle. Después de descender no podés salir”, afirmó.
Respecto de su época en Boca Juniors, donde marcó 36 goles y brindó 13 asistencias en 83 partidos, aseguró: “Yo no sufría el Mundo Boca, lo disfrutaba”. Estuvo en el Xeneize entre 2018 y 2020. “Me encontré con un mundo que no imaginaba, muy similar a Cruzeiro, pero 24 horas. Es Gran Hermano, no podés ni ir al chino. Me encantó, lo disfruté hasta en la derrota”, destacó.
Aunque aclaró que no todo sus compañeros reaccionaron de la misma manera en Boca Juniors: “Vi compañeros abrumados que decían ‘me quiero ir de Boca’. Lo sufrían por sus familias y las críticas”.
También habló de su físico y reparó: “No tenemos un cuerpo estilizado a lo que se espera de un jugador de fútbol”. Y contó que habló del tema con Lucas Pratto: “Porque nuestra espalda es mucho más ancha, nuestro cuerpo es una parte ósea que da a la gordura y al margen de que haya momentos que no estemos en buena condición física, somos propensos a eso. Entonces era como que ‘Bueno, decí lo que quieras’. A mí esa bala no me entra”. Y disparó: “Cuando me gritan gordo en la calle les contesto ‘sí, el bolsillo’, porque me nace eso. ¿Vos me querés hacer daño? yo te hago peor”.
También recordó el drama de su familia del día que su hermano decidió quitarse la vida. “El impacto de la noticia es desgarrador porque no hay vuelta atrás. No había indicios, pero la droga hoy convive en todas las familias de la Argentina. Siempre hay alguien que está en ese mundo, controlado o no. En la juventud es más difícil eso y más con una pandemia en su momento. Recuerdo que mi vieja miraba los noticieros y siempre decía ‘ojalá que nunca tenga que enterrar a un hijo’. Esa frase la escuché tantas veces que me quedó grabada. Todo lo que estaba disfrazado sale a la luz porque hay algo que se rompió. Entonces la culpa es de todos”.
Confesó que comenzó a hacer terapia y que recordó cómo fue su primer contacto con su psicólogo: “Le mandé un mensaje (a su actual terapeuta) y le dije, ‘Hola Mike, me pasó tu mensaje un compañero, te la voy a hacer corta, o me atendés o me tiro por el balcón’. Me llamó y arranqué ahí, 40 minutos por llamada”, indicó.
Y sostuvo que hoy se toma la vida de manera diferente: “Empecé a entender muchas cosas de mi infancia, mis costumbres, mis padres, hermanos y uno, al no tener condiciones de vida salvadas de niño, cuando uno llega a ser profesional, tenés que sostener un colectivo grande de gente. Y eso es una carga”. Sobre la vida personal, concluyó: “Uno trata de no hacer cosas porque tenés esa amargura que no vas a ir a bailar y el hincha queda dolido igual que nosotros. Hay que ser y parecer, pero disfrutando”.