Deportes

El Flaco Traverso, auténtico: sus mejores anécdotas, exabruptos icónicos y las peleas más recordadas

El Flaco Traverso en una histórica producción que fue tapa de la revista CORSA de los años ochenta. Era considerado el "Súper piloto"
El Flaco Traverso en una histórica producción que fue tapa de la revista CORSA de los años ochenta. Era considerado el "Súper piloto"

Juan María Traverso fue un personaje único. Amén de ser el máximo piloto laureado en pista de la Argentina con 16 títulos (uno más que Agustín Canapino), su personalidad arriba y abajo del auto lo llevó a convertirse en el último gran ídolo del automovilismo nacional. Será irrepetible porque sus reacciones y frases quizá hoy no encajarían en otro paradigma social y en un deporte en el que los pilotos tienen un bozal de la dirigencia y no pueden hablar con libertad porque se los sanciona. Pero tampoco existe alguien con el peso ni espalda cargada de gloria que tuvo el Flaco de Ramallo para decir lo que siente y piensa.

Para entender por qué Traverso es tan grande hay que recordar cómo era el automovilismo argentino en aquella época, en la que no abundaban penalizaciones y la pureza del deporte le permitió a los mejores hacer estragos con las estadísticas. Por eso el Flaco hoy es inalcanzable en sus récords en el TC 2000 (este fin de semana corre en Rosario), categoría en la que además de sus siete títulos es el más ganador (68 y le sigue Matías Rossi con 42) y autor de poles positions (73 y le lleva 40 a Agustín Canapino). En su vuelta al TC en los noventa, pese al lastre que ya se le daba al ganador, no le impidió plasmar otros cuatro cetros.

Su fuerte personalidad lo hizo amado y odiado. Fiel a lo Traverso, nunca hubo un gris. Esto lo llevó a tener peleas con colegas, preparadores, dirigentes y hasta algún corte de manga con el público. Llegó a tener algún “privilegio” como un cenicero arriba del auto para poder fumarse un “pucho” cuando había una pausa en la actividad o si tenía que esperar en algún lugar de la pista por un abandono.

El Flaco fue merecedor de todo eso y mucho más. Llevó al automovilismo nacional a otro nivel. Lo hizo más popular. ¿Hay alguien fuera de este deporte que no sepa quién es Juan María Traverso? Se convirtió en un ícono popular y sus presencias a lo largo de los años en programas televisivos de interés general son apenas una muestra. Por eso el deporte motor en nuestro país le debe tanto y parece un chiste de mal gusto que no haya en la Argentina un autódromo que lleve su nombre.

En este marco Traverso protagonizó momentos inolvidables, muchos de ellos graciosos y otros álgidos, que hicieron que los lunes todo el país hablara de automovilismo. No importa si esa persona era “tuerca” o no. “¿Viste lo que hizo el Flaco?”. “Che, ¡cómo se calentó Traverso ayer, eh!”. El horario histórico de las carreras en la Argentina siempre fue en los domingos al mediodía y en los encuentros familiares se hizo un clásico el mirar las finales por televisión.

Cada vez que habló marcó agenda por el peso propio de los testimonios y porque nunca eludió una pregunta. Siempre respondió sobre cualquier tema y lo hizo a fondo porque, fiel a su estilo, así como nunca se escondió para hablar de lo que fuese, en cada sentencia le supo agregar su tono punzante, ácido y siempre al hueso. Para hablar de otro piloto o enfrentarse a la Asociación Corredores Turismo Carretera (ACTC) en 1999, cuando luego de ganar su sexto título anunció su retiro del TC molesto por la reclasificación de Omar Martínez en Trelew, que le permitió al Gurí llegar con chances a la última fecha. Su bronca no era con el entrerriano, sino con la dirigencia que digitó una definición de un campeonato para generar atracción en el cierre disputado en Buenos Aires.

Sus imperdibles de anécdotas

Juan María fue un gran contador de historias. En ocasiones las repitió con algún “IVA”, como suele decirse, para enriquecer ese episodio. Algunas incomprobables, pero ¿a quién le importa? Todo eso formaba parte de la magia que sigue teniendo Traverso. Como la historia del auto preso que le contó a Infobae. “Fue una Ford A que preparamos entre varios amigos. Le pusimos un motor V8 y los caños de escape cortitos como los que usaban los autos de TC. Era insoportable y no duraba nada. Fue así: un día el comisario decidió meter presa a la Ford A. Era más fácil, digamos, porque si no, nos tenía que meter presos a todos nosotros. Y me daba la Ford A solamente cuando me iba al campo. Si yo no andaba dentro del pueblo me la daba. Y me decía ‘cuando terminás, traela’. Íbamos a andar por el campo, por cualquier lado y cuando volvía a Ramallo la dejaba en la comisaría y volvía caminando”.

También, el ejemplo que aprendió de Oscar Alfredo Gálvez para saber tratar y respetar al público y que también recordó con este medio. “En el año ‘73 entro al equipo Ford y el director deportivo era Oscar Gálvez, que para mí era algo increíble. Que Oscar Gálvez estuviera ahí, no lo podía creer. Yo estaba largando la segunda carrera, era un Gran Premio, no me acuerdo, al norte, creo… Estábamos en la ruta esperando el momento para largar y Oscar estaba parado y saltaba la zanja, se iba al alambrado y se sacaba fotos y firmaba, y volvía y saltaba la zanja, y en un momento dado yo le digo:

JMT: Oscar, va a terminar de cabeza dentro de la zanja…

OG: Mirá pibe, toda la gente que está ahí, no tengas la menor duda de que yo manejo y manejé mejor que todos ellos. Nada más que eso. En todo lo demás esa gente es mejor que yo. Hay gente del campo, hay algún veterinario, toda esa gente es mejor que yo. Por lo cual, cada vez que me llamen, yo voy a ir.

Lo grabé, lo grabé y traté de imitarlo. Obviamente no lo logré o logré muy poquito. No dije más nada y me quedó en la cabeza porque realmente fue algo genial lo que dijo y es tal cual. Yo en la actualidad veo mucha gente que habla y opina sobre muchos temas. Y yo digo ¿cómo pudo aprender tantas cosas a lo largo de la vida, no? Y bueno, lo que dijo Oscar fue genial”.

“Hay chicos que tal vez no habían nacido en la época en la que corrí y me piden un autógrafo o una foto. Eso no me da derecho a decir ‘no, pibe, no molestes…’. Ahí está la enseñanza de Oscar. Es posible que el padre de ese chico, un familiar o un amigo les haya contado algo y ellos se informaron o vieron videos. Tal vez les llama la atención lo que uno hizo y que hoy sea muy difícil repetirlo porque la tecnología que hay hoy elimina al piloto. Yo hablo con ellos, les pregunto y ellos me preguntan. Aparte lo disfruto, a mí me gusta hablar de automovilismo. Es mi vida. La paso bien”, fue otra de sus sentencias al respecto.

Otra historia: la vez que evitó que su padre muriera en un atentado. Fue cuando resignó su única chance de correr en Fórmula 1 por ayudar a su papá que atravesó por serios problemas económicos en 1979: “Cuando yo vuelvo, parte del problema que tenía el viejo Juan Cruz era por los líos políticos que había en esa época. Mi viejo estaba en una empresa donde estaba Soldati (Francisco), el viejo Soldati, que en General Acha tenía una empresa. De golpe hubo una movida muy compleja, que yo me entero cuando llego. De alguna manera, algo como que le pidieron una cantidad de dinero a los dos, independientemente, ¿no? A cambio de la vida. Y bueno, el viejo Soldati lamentablemente dijo que no y explotó en la 9 de Julio (avenida). El viejo Juan Cruz dijo que sí, y bueno, cambió su vida hasta el día que se murió, pero se murió de viejo. Pero bueno, perdió, perdió la compañía Fiplasto, perdió el campo, perdió otras cosas; no había otra alternativa. Así que ese lío (económico) que yo pensé que podíamos arreglarlo en un año, no pudimos arreglarlo en un año. Nos llevó seis años acomodar el lío que se armó y luego obviamente me quedé en la Argentina. Y el tiempo de la F1 y demás había pasado. Nunca voy a saber quiénes fueron los que le pidieron plata. Era un momento de la Argentina… Era un lío gigantesco. Encima yo no estaba acá. Nunca supimos quiénes fueron los que le pidieron la plata”.

La puteada como un arte.

Era una marca registrada del Flaco Traverso, quien afirmaba que la puteada le ayudaba a ganar tiempo en una conversación. Por ejemplo, en una entrevista con CORSA dijo que “vos estás en una charla y en lugar de decir ‘no, me parece que, o no comparto lo que usted piensa’, directamente, ‘usted es un pelotudo’. Y listo, terminaste la charla en cinco segundos”.

La puteada para Traverso era una suerte de terapia en la que descargó cada uno de sus enojos. El repetido “la puta madre que los parió”, el cigarrillo en mano y su cara de pocos amigos fueron de la mano en cada momento n que quiso expresar su bronca, ya sea porque las cosas no le salieron bien o su coche no funcionó como esperaba. El Flaco siempre se manifestó a flor de piel y poco le importó el qué dirán.

Aunque a la hora de las puteadas la más recordada fue la que le propinó a Gabriel Ponce de León en una carrera de TC en Río Cuarto en 2004. Fue en una de las series y en un marco dramático por la lluvia: el piloto de Junín lo tocó a Traverso, quien terminó chocando contra el muro de boxes. Su Torino quedó muy dañado y el Flaco estalló de furia y quedó claro en la nota que le hizo en vivo Andrés Perco en la transmisión de Carburando.

AP: En la recta se vio un toque, ¿eso te desacomodó?

JMT: Antes de largar me tiró a la mierda el pendejo hijo de p… ese.

AP: ¿Vos estás bien físicamente? Porque el golpe fue terrible.

JMT: Estoy para cagarlo bien a trompadas. Mocoso de mierda y la re c… de su p… madre.

AP: ¿Lo vas a denunciar?

JMT: Lo voy a cagar a trompadas

AP: Pero, además, ¿lo vas a denunciar?

JMT: No, ¡qué carajo me importa!

AP: ¿Se sabía que podía pasar esto, era previsible, se habló con los pilotos?

JMT: Con un pelotudo como este, sí, obvio.

AP: ¿Y ahora qué vas a hacer?

JMT: Lo voy a cagar a trompadas.

El tema quedó ahí y tiempo después Flaco reconoció que le daba vergüenza ver ese video y escuchar sus insultos. De hecho, luego tuvo una buena relación con Ponce de León y en una entrevista con Infobae en 2020 confesó que “cuando nos vemos le digo ‘te voy a cagar a trompadas’ o él me dice lo mismo. Pero aquella vez me recontra calenté en serio, porque vos si me tenés que sacar afuera para pasarme, pegame en una horquilla, pero no en plena recta donde puedo terminar contra el paredón, como pasó y no me maté de casualidad. Luego, a las semanas, hablamos y él reconoció que se equivocó y quedó todo ahí”.

Traverso tuvo la capacidad hasta de leer los conflictos con sus equipos. Saber cómo iban a reaccionar sus integrantes. Otra cosa que lo ponía de mal humor era cuando el auto no era competitivo. Como el día que su preparador, Jorge Pedersoli, advirtiendo las falencias del coche en una tanda, supo que el Flaco lo iba a ir a buscar y se fue al box de al lado. Juan María se despachó con su repertorio e increíblemente fue al mismo garage al que se metió Pedersoli. Traverso le contó a este medio aquella historia: “Estábamos probando y el motor no andaba. Hacía una vuelta y entraba. Discutíamos con Jorge Pedersoli (su motorista). Termina la clasificación y entré re caliente. Y Pedersoli le dice a ‘Cachi’ Scarazzini (director deportivo) ‘me voy al box de al lado que este tarado viene insoportable’. Yo venía tan tarado que me equivoqué y me metí en el box de al lado. Le erré. Entro y lo veo a Pedersoli, que dice ‘encima este animal se equivocó, no tengo suerte’. Pedersoli fue uno de los preparadores más increíbles, con él gané varios campeonatos de TC, incluso uno del TC 2000. Pero tenía un carácter peor que el mío. Tuvimos unos resultados espectaculares”.

Con Peluca, como se lo conoce a Pedersoli, Traverso las hizo todas, pero cabe aclarar la gran confianza entre ellos. Se conocieron en los años setenta y cuando el Flaco armó su poderosa estructura una vez que regresó al TC en 1994 con los icónicos autos pintados de violeta, quiso tener a uno de los mejores especialistas en “fierros”. Esa sociedad fue exitosa ya que ganaron cuatro títulos entre 1995 y 1999, tres con Chevrolet y uno con Ford. Además, fue campeón en la popular categoría en 1977 y 1978. También logró siete coronas en el TC 2000 y tres en el Top Race.

Ootr ejemplo, en Balcarce 1999,m cuando tras un toque abandonó. “Qué hijo de puta ese Ciantini, la c… de su madre…. “, arremetió en contra del Bocha, el crédito local. Ofuscado por la situación, una vez que lo ayudó el conocido fotógrafo Cholo Cano, recibió algunos agravios del público balcarceño e hizo el clásico corte de manga.

Al año siguiente desertó en Oberá en 2000 en el TC 2000 y, mientras fue caminando hacia los boxes, el periodista Javier Delle Rose de Carburando le preguntó si era la inyección y su contundente respuesta lo dijo todo: “La puta que los parió”. A buen entendedor pocas palabras.

Sus peleas y broncas.

Con pocas pulgas, las batallas en pista y los idas y vueltas dialécticos estuvieron a la orden del día. En los años setenta y ochenta se midió, pero a partir de mediados de los noventa se vieron sus momentos más álgidos. Desde su retorno al TC en 1994 fue a fondo, como arriba de su auto. Los portazos y puteadas también formaron parte del repertorio.

Protagonizó fuertes reacciones en el TC 2000, como un golpe a su Peugeot 405 campeón en 1996 tras un abandono en Posadas, gestos obscenos luego de que una pistola neumática quedó colgada de su Toyota Corolla de TC 2000 en Río Cuarto en 2000.

Se generaron duelos, algunos a largo plazo y otros esporádicos. En una carrera del TC en Paraná, Hugo Redolfi se le cruzó con Ford y perjudicó a Traverso en la serie: “Barrió toda la pista (N. de la R: maniobra antirreglamentaria cuando el piloto que va adelante se mueve de un lado para el otro para evitar que lo pasen) hasta que se fue él solo y encima queda cruzado en el medio. Evidentemente es un tipo sincero, porque tiene cara y es boludo”.

Uno de los encontronazos más fuertes fue con Marcos Di Palma y el primer round fue en una serie en Buenos Aires 1998, cuando ambos exigieron el frenaje en la Chicana de Ascari, se tocaron y se pasaron, pero la peor parte se la llevó Traverso, ya que hizo un trompo. Terminado el parcial ingresaron a boxes y se produjo un incidente. “En la entrada a los boxes me pegó y yo le crucé el auto. Se bajó, me pegó dos empujones y una cachetada en el casco. Este excelente piloto es una mierda de persona”, arremetió Marcos. “Me le pongo a la par para hacerle señas, no obviamente muy buenas. Me tira el auto, le tiro el mío y después me clavó los frenos. En la pista fui mejor que él, me prepoteó, se pasó de largo y me llevó afuera. Se bajó del auto en actitud canchera y este viejo también es canchero y me bajé del auto también”, disparó Juan María.

Portada Juan María Traverso
Traverso en una carrera en la montaña (Archivo CORSA)

En el arranque del TC en 1999 en Mar de Ajó, peleó con Guillermo Ortelli y Fabián Acuña, ambos con Chevrolet y tras la competencia sentenció: “No me gusta que me forreen. Si andan bien, que ganen bien”. Ante la consulta de la “barrida de pista” de Ortelli, indicó “no me gustó, de Ortelli y de todos los Chevrolet del ‘equipo oficial’. Así ni reglamentariamente les ganamos ni en la pista. Y encima me forrean porque me levantan en las últimas vueltas. Que se vayan a la puta madre que los parió”.

Otra de las más fuerte fue con Juan Manuel Silva a raíz de un toque en la última vuelta de la carrera del TC 2000 en San Juan en 2001. Traverso ganó la carrera y el Pato Silva terminó enojado y en el podio lo llenó de insultos al Flaco y en la conferencia de prensa aseguró que ya no eran amigos. La historia siguió años más tarde ya que el de Ramallo dijo que le preguntó al chaqueño por qué se había enojado tanto y dijo en el programa El Sello (TyC Sports) que era porque quiso regalarle el triunfo a su padre, tras lo cual lanzó “¿por qué no le regalás una campera?”. Silva, molesto por esa afirmación, aclaró más tarde en una entrevista en P1 que en el momento que se dio aquel episodio en San Juan, a su padre le diagnosticaron una enfermedad y por eso le dolió no haber podido ofrendarle la victoria.

También con el TC y en Paraná, pero en 2004, en una serie volvió a tener roces con Marcos Di Palma y se sumó su hermano Patricio. Se vio perjudicado por un trompo de Marcos. “Hicieron una maniobra las dos ‘Di Palmas’ juntas que arruinaron la carrera y me torcieron el caño de escape. (Patricio) frenó para que se me colara La Rubia (Marcos) y me sacaron de la pista”. Luego dijo “pero está permitido…”, en un claro dardo a los comisarios deportivos por permitir esos roces.

Juan María Traverso
En sus inicios en 1971, con un Torino de calle (Archivo CORSA) ((Archivo CORSA)/)

Ese mismo año, en Buenos Aires, si bien manifestó su descontento por un toque, también le tiró un palo a su equipo. “Me pegó de atrás alguien, pero no importa. El equipo tiene ganas de trabajar, me mandaron a largar 30° y es lógico llevarse el auto en estas condiciones. Ahí lo tienen y ahora van a tener laburo. Largar acá en el medio, donde hay tipos peligrosos que hacen maniobras difíciles, hay que perdonarlos todo el tiempo porque no querés mandarlo al hospital. Entonces se vas al pasto”, aseveró. Ante la pregunta de por qué el auto no rinde, lanzó “porque están hechos unos pelotudos (en referencia a su equipo). No voy a hablar, ellos saben”.

Esa misma temporada, en otra carrera llegó a su box luego de la rotura de una manguera. “El problema es la gente… Habrá cambiar. Mirá cómo miran (al auto), no tienen la más puta idea de lo que pasó”, criticó.

Juan María Traverso rompió el molde. Logró hacer viral el automovilismo sin la existencia de las redes sociales. El Flaco fue ese personaje por el que hincha hizo valer el pago de una entrada. La gente sabía que algo distinto iba a pasar o escuchar. El de Ramallo confesó una vez que “a nivel personal el automovilismo me dio todo, mucho más de lo que yo le di”. Por todo lo relatado también puede afirmarse lo contrario.

Publicaciones relacionadas

Botón volver arriba
Cerrar