El duro relato de la Negra Azul, violada por su abuelo: “Nunca te curás, aprendés a sobrevivir con eso”
De la mano de Leader Music, “La Negra Azul” hace su debut discográfico con: “No te confundas”, una canción testimonial con la colaboración especial de Sara Hebe.
Azul Lescano es artista, cantante y compositora de cumbia RKT, nacida en Lomas de Zamora.
En el 2021 comenzó a publicar sus primeras canciones autoproducidas y en 2023 lanzó su primer corte “Ke Villa Loma”.
Sus letras son crudas y cargadas de crítica social. La historia de Azul cuenta la lucha contra el abuso sexual y la desigualdad y se refiere además al deporte de élite.
Hoy en día, sigue dándoles pelea a estos temas, pero a través de un micrófono, contando verdades y manteniéndose fiel a su estilo: “Para mí no es un insulto ser negra, sí, soy negrísima y orgullosa. Y villera tampoco me parece un insulto, si te parezco villera voy a ser la más villera y la que más te moleste”.
En una charla honesta en Realidades, Azul cuenta cómo un sueño que muchos creen incumplible.
Se puede volver del infierno, y La Negra Azul no es excepción.
—¿Cómo comenzó tu elección por la música?
—Yo empecé con una canción, en realidad, “El quilombo”, que la escribí para un evento, yo no tenía pensado hacer música y vivir de la música, era una realidad muy lejana, esta canción la había hecho para un evento antirracista que había armado mi abuela en el teatro de Lomas de Zamora. Hice una canción de RKT, que más que nada habla sobre el tema antirracista y arranqué con esa canción, la subí a YouTube, y tuvo mucha repercusión. Empecé a subir más cosas a Instagram, a subir recortes, adelantos de canciones que tenía escritas pero partecitas, y así empezó a tener cada vez más repercusión. Primero en Tik Tok, después cuando grabé un video, que fue un video con gente del barrio que me segundeó, con una cámara prestada de un celu y todo así, lo subimos a Tik Tok y se hizo viral y ahí empecé a crecer mucho más en redes.
— ¿Cuándo decidiste poner el foco en este universo de la música? ¿Y por qué?
— Sinceramente, cuando apareció el Fanta, mi manager. En ese momento, venía laburando sola con mi hermano, grabábamos las canciones en mi casa, con un micrófono y una computadora del Estado. Y el Fanta un día me habló para que empecemos a trabajar y enfocarme en la música totalmente, no lo había visto posible antes de que aparezca él.
— Hoy, la música ¿es una vocación o es una oportunidad para salir de dónde estabas? Que no es lo mismo.
— No, para mí es una vocación. Siempre fui artista, no es algo que lo hago ahora por y para llegar a tal cosa solamente, me fui dando cuenta de que siempre había estado eso en mí.
—Desde que cantaste “El quilombo” en el teatro en Lomas de Zamora, hasta hoy, ¿qué cosas cambiaron en tu vida?
— Ese día que canté la canción me temblaba la mano. Antes de cantar la canción recité una poesía también, y me temblaba la mano mal, estaba muy nerviosa, apenas podía respirar. Cambiaron muchas cosas: mi actitud, todo, todo.
—¿Qué es lo más difícil hoy de hacer música?
—¿Lo más difícil? Mantenerse. Además, yo sigo teniendo mi alquiler en Lomas de Zamora, yo me banco sola, el día a día es muy difícil, y crear contenidos. Pero creo que también la manera en que yo lo fui sobrellevando da el ejemplo de que justamente se puede también con un celu, porque el celular con el que grabé los videos que se hicieron más virales es el más truchito. Entonces, creo que mostrar ese lado… que también no es necesario que tengas sí o sí el último IPhone, porque a veces uno espera como el sueño de la música, uno lo idealiza tanto, y espera a tener tal cosa para arrancar o tener el mejor celular o si no es una canción 100 % con los mejores productores no la saco. Yo empecé a sacar todo, con pistas de YouTube, hacía las canciones directamente, como para mostrar algo, después cuando las cosas se vayan dando a una mejor calidad genial, pero mientras tanto fue como que nunca me quedé.
—¿Qué encontramos en tu nuevo tema “No te confundas”? ¿Qué querés comunicar?
— “No te confundas” es una canción que escribí hace dos años más o menos, y es bastante agresiva, yo la marco primero como agresiva pero en un sentido de protesta, de una protesta necesaria ante tantas injusticias que se viven por ser mujer, por ser negra y por ser de barrio, es como que en mis canciones lo que más trato de marcar es eso, trato de hacer un RKT, porque aunque ese género se va siempre para el lado de la joda y todo eso, siempre quiero tratar de mantener igual ese estilo, pero tratando de darle una connotación más de protesta, más política.
—¿El RKT es el género que más te identifica?
—Para mí el lugar de la música es muy amplio, antes que RKT también soy cumbiera 100 %, y me encantaría variar el estilo, porque yo, más allá de escuchar cumbia, RKT, también me gusta mucho el rock nacional, tanto como la cumbia. Mi familia me crio siempre con mucha música y todos con un estilo distinto, mi papá, mi mamá, mis hermanos …
— ¿Qué escuchaban en casa?
—Silvio Rodríguez, por mis abuelos y mis padres, que siempre lo escucharon. Me quedó el recuerdo de mis abuelos cantando juntos canciones de Silvio. Después, ya más rock nacional de parte de mi mamá, más pop, más Miranda, yo fanática de Miranda. Mi papá más yanki, más rock, pero más estadounidense. Mis hermanos escuchaban otras cosas, mi hermano era mucho del reggaetón, por eso también esta fusión de cumbia y reggaetón. Yo siempre fui más cumbiera y mi hermano era por ahí 100 % del reggaetón, creo que de ahí viene todo.
“No te confundas” es una canción bastante agresiva, pero en un sentido de protesta, una protesta necesaria ante tantas injusticias
—¿Cómo vive la familia tu presente?
—Yo la flasheo mucho con las criaturas de mi familia más que nada, con mi hermanita, tengo una hermanita de siete años, y tengo dos sobrinos más también, tengo sobrinos también de parte de mis primas que lo viven de una manera tan inocente que me da mucha ternura porque para ellos, no sé, soy super famosa. Y mis padres también, super orgullosos. Es un camino que lo vengo marcando hace un montón y está claro que yo voy por ahí.
—Conozco tu historia familiar, porque la contaste en otras entrevistas, y me encanta verte tan entera, ¿cómo se hace para salir adelante?
—Yo pasé muchos años de depresión. Yo siento que la alegría que comparto hoy en día en redes, porque mucha gente me ve bailando cumbia y siempre estoy con una sonrisa, pero porque realmente disfruto grabar, es algo que también hacía de chica bailar, copiar coreos o lo que sea, buscando también escapatoria. Yo con el tiempo me di cuenta de que todo eso siempre fue como una escapatoria de todo lo que viví.
—Para los que no conocen tu historia, ¿qué te pasó?
—A mis cuatro o cinco años vivíamos en la villa Azul, allá en Wilde, y convivíamos con mis abuelos de parte materna. Mi abuelo abusaba de mí, y todo el período que estuve ahí fui abusada por él, pero en la infancia era como que reprimía el recuerdo, yo recordaba claramente todo lo que había pasado, de que era constante, no había sido sólo una vez, pero yo lo tenía como que me culpaba a mí misma, yo decía “no, yo no puedo pensar eso de mí abuelo”, yo me sentía mala por estar pensando esas cosas que eran imposibles de que vayan a pasar, porque en la inocencia tu cabeza no quiere ser capaz de creer que eso es real, porque vos lo tenés como una figura que te tenía que cuidar, que la amás aparte, porque aunque yo tenía el recuerdo de esas cosas yo lo amaba, yo pensaba que no era capaz de hacer algo así. Es muy loco cómo sucede a veces en la cabeza cuando pasan estas cosas. Y cuando me empezó a caer la ficha de lo que había pasado y lo hablé por primera vez…
—¿Cuándo y cómo lo hablaste?
—En 2011, cuando cumplí 11 años, se lo conté a una amiguita que tenía, que era mi mejor amiga… Me acuerdo de que volvíamos del colegio y le dije, ya lo venía pensando hace mucho pero no sabía cómo ponerlo en palabras, y le dije así de una: “Mi abuelo me violó”, porque no sabía cómo decirle que era un abuso, no sabía lo que era un abuso directamente, como que no sabía la diferencia. Y después lo pude hablar con mi mamá, a las dos semanas que lo pude contar a mi compañera, y mi mamá me creyó, me acompañó, fui al psicólogo, estuve bien acompañada en ese sentido con el proceso, pero yo me ocultaba un montón, por dentro estaba todos los días que me quería morir, yo buscaba de todas las maneras posibles terminar con mi vida.
— ¿Terminar con tu vida?
— Sí, yo me quería suicidar. Me cortaba los brazos, me autoflagelaba, buscaba siempre maneras, ya en ese momento viajaba sola así que si iba cerca de un tren o lo que sea también pensaba en esas cosas.
Contarlo fue empezar a procesarlo realmente. En la infancia yo fingí demencia prácticamente, y cantaba y bailaba, pero en un momento me agarraban convulsiones, todo el cuerpo te habla.
—¿Cómo actuó tu familia ante la noticia?
—Ya por suerte él falleció cuando yo tenía 17 años, más o menos. Y ya no había más nada que hacer.
—¿Qué te dijo tu mamá, por ejemplo?
— Me creyó al instante, me abrazó, obviamente lo sufrió y lo padeció conmigo también porque imaginate enterarte de algo así es muy fuerte.
—¿Se puede recuperar de eso?
—No, yo creo que a mí lo que me pasa es que yo soy consciente de ese recuerdo, justamente cómo te decía, en el momento en el que me cae la ficha de todo lo que había pasado empecé a buscar ayuda por todos lados. Aparte de que iba al psicólogo buscaba ayuda por todas partes en el sentido de que en internet buscaba testimonios de gente que le había pasado algo así, como que traté siempre de informarme para saber bien qué me había pasado, era muy chiquita para comprenderlo. Y me fui dando cuenta de eso: de lo importante que es hablarlo y lo importante que es contarlo, por eso no tengo problemas en estar contándolo ahora. En ese momento, yo busqué gente que lo cuente y me costó encontrar en YouTube y en medios así, buscaba esa contención, porque a veces no sabés si son sentimientos compartidos o angustias compartidas con otras personas.
—Si hay alguna Azul ahora en la web buscando algún testimonio que le ayude a comprender o a aliviar, ¿qué te gustaría decirle?
—Que se aguante un poquito más, yo me diría a mí misma eso, porque en algún momento, no es que pasa, porque tampoco quiero dar ese mensaje de que todo pasa. No, yo nunca me voy a recuperar, ese dolor pasó y estuvo, y sufrí y me deprimí muchísimo tiempo pero justamente hoy en día sonrío más que nunca, hoy en día bailo con más alegría que nunca, hoy en día grabo, disfruto de mi trabajo, de la filmación, de venir acá también, todo esto lo vivo con tanta intensidad que está recompensando todos esos años de depresión y todo lo malo, aunque es algo que igual siempre va a estar ahí, la marca no se va a borrar. Por más que pase el tiempo vos aprendés a sobrevivir con eso, no te curás, no llega un momento mágico donde decís “ya no duele más”.
“En la infancia yo fingí demencia, cantaba y bailaba, pero en un momento me agarraban convulsiones, todo el cuerpo te habla”.
—¿Cómo reaccionó tu abuela? ¿la esposa de tu abuelo?
—Lo cubría. Ella sabía. Hoy en día está viva y la sigo viendo, no te digo que la pude perdonar porque algo así no es que se pueda perdonar, pero nada, ya está. Ella finge demencia. Y yo no pienso plantearle algo a ella, no, ya está.
—Hablemos de la sociedad. Naciste en una villa, ¿padeciste mucha discriminación? y ¿qué es ser villero?
—Mirá, para mí ser villero es haber nacido también en parte en una villa o criarte en una villa o vivir en una villa, gran parte tiene que ver con eso. También hoy en día me atacan un montón con eso, me dicen el típico comentario: “Negra, villera de mierda”. Pero para mí no es un insulto. Negra, sí, soy negrísima y orgullosa. Y villera tampoco me parece un insulto, si te parezco villera voy a ser la más villera y la que más te moleste entonces. Siempre lucho contra eso, contra esa connotación negativa que le dan al ser villero, al ser negra. Pero también me han llegado un montón de mensajes de chicas que me dicen que ahora se sienten orgullosas de ser negras, que les daba vergüenza porque en el colegio siempre les hicieron bullying con ese tema. Para mí eso es lo más importante, mientras haya chicas que se sientan identificadas y hoy en día puedan decir: “Yo me siento orgullosa”. Al final del día es lo que sos, no tenés por qué sentirte mal por lo que sos, pero la sociedad y la vida te hacen sentir mal con lo que sos a veces.
—Hablaste del Fanta, de tu representante, ¿cómo es la relación con él?
—Yo con él me siento muy tranquila desde que empezamos a laburar. El primer día que lo conocí vino con la cámara, me dijo: “Quiero hacer esto con vos, tenemos que arrancar por acá, ir por esto”, y ya hicimos unas fotos ese día, grabamos unas entrevistas ese día, fue como todo así y a mí me emocionó mucho eso porque yo venía de nada, de hacer todo sola.
—Ahora que estás siendo más conocida, ¿cómo se maneja la gente de tu alrededor? ¿cómo te das cuenta de que este quiere estar con vos por quién sos o por interés?
—Se dio vuelta mucha gente. Pero para mí fue sin sentido porque yo no cambié, sí en la manera de manejarme con la gente, tuve que aprender un montón de cosas en el camino, pero nunca dejé de ser yo y siento que mucha gente dejó de ser esa gente por querer aparentar algo que no y yo no sigo ese hilo, la verdad que no. Yo estoy en otra, no me engancho.
—Dijiste que tuviste que aprender muchas cosas, ¿qué fue lo que más te costó aprender?
—Bueno, eso de soltar a esa gente que atrasa o que justamente te tiene así, como que no te deja avanzar, van pasando cosas en mi contexto que se supone que una piba como yo no llega…
—No llega ¿por qué?
—Y por el contexto justamente, por el barrio. Primero, tenés menos posibilidades, tenés menos herramientas por lo que te decía del celular, que no quiere decir que salga mejor o peor, puede pasar igual, como pasó acá en este caso, yo con un celular así nomás igual pude hacerlo o quizás con un IPhone no hacía mucha diferencia.
—¿Cuál fue la clave por la que creés que sí pudiste?
—¿La clave? No hay una clave para mí. Tampoco es una cuestión de azar o de suerte porque creo que todo lo que está pasando es porque venimos laburando un montón. Yo no paré un segundo, y aposté y arriesgué muchas cosas de mi vida que las volvería a hacer por seguir este camino, porque en un momento tenés que estar cien por ciento metida en esto.
—Mencionaste muchas veces la palabra “depresión”. ¿Podés definir qué es la depresión?
— Me di cuenta cuando salí de la depresión, que la tuve. Cuando ya no estuve ahí. Cuántos años habían pasado de mi vida con la cabeza que yo, literalmente todos los días, era el último día, todos los días era como: “Ya está, hoy lo hago, hoy se termina, hoy ya no puedo más”, y fue muchísimo tiempo así. Y vivía igual a la par de eso, porque hice un montón de cosas en el momento, fui deportista de alto rendimiento, un gran descargo para toda esta situación, pero a la par yo me quería morir.
—Huías de vos.
—Claro. De alguna manera huía de mí, sí, nunca lo había visto así, pero sí y de todo lo que estaba pasando. Y eso que yo hacía entrenamiento de velocidad, todo muy explosivo, tenés que estar fuerte y rápida.
—¿Y qué pasó?
—Y empezó la pandemia y ahí no quise entrenar más. También había tenido conflictos con el que había sido mi entrenador, después seguí entrenando con otra entrenadora que con ella sí me sentí bien, pero ya no pude seguir. Y cuando empezó la pandemia no entrené más.
—¿Cómo te sentís hoy cumpliendo y tangibilizando tu sueño de niña? Porque hoy lo estás haciendo.
— Sí, estoy muy contenta. A veces me emociono justamente por eso. Primero, llorar lo tengo totalmente naturalizado porque ya he llorado tanto de manera triste, que hoy en día estoy tan emocionada, lloro un montón, pero de alegría, estoy en mi casa y de repente con todo lo que va surgiendo y con todas las cosas lindas lloro. Aparte todo el amor, la cantidad de mensajes de cosas lindas que me dicen. Lo que más me emociona es eso de que si me animo hay otras chicas que se animan o hay otras personas que se animan y hay otra gente a la que le motiva esto, que esté sirviendo para algo, que no es porque sí nomás, que no es hacer música porque yo tenga ganas de tener plata, jamás fue mi sueño ese. Para mí esto ya es un montón lo que estoy viviendo, y ya llegar a gente que le impacte lo que digo, lo que pienso o que se siente identificada, para mí es una banda.
—Hablaste de trabajo. ¿Fuiste o sos trabajadora sexual?
—Sigo vendiendo contenido todavía.
—¿Cómo es ese universo y cómo te iniciaste en él?
—Yo empecé con encuentros. A mí me costaba mucho hablar de este tema porque me daba vergüenza en su momento por cómo me atacaron también por este tema, porque en un principio, más en ese tiempo, yo empecé en 2019, ya tenía 18 años, y en ese momento era lo peor y me sentí muy atacada.
Empecé primero con encuentros y después seguí con contenido y lo del contenido, no es como ahora que quizás hay muchas más chicas, era más oculto, vos te tenías que poner otro nombre, estábamos todas en Twitter, era otra cosa y nadie lo decía tan abiertamente como se puede decir hoy en día, yo siento que eso cambió muchísimo. En ese momento no se podía decir abierto “yo vendo contenido ¿y qué?”. Pero a mí, en ese momento se me hizo muy difícil ese tema de poder contarlo así como si nada.
— ¿Por qué lo continuas haciendo? ¿por una cuestión económica?
— Sí, sí, total.
— ¿No te da miedo?
— No, no, yo siempre lo tomé como que pasar me puede pasar cualquier cosa en cualquier lado…Para mí nunca fue un inconveniente, más que lo que la gente me atacó o cómo lo vio la gente en mí, de mi alrededor, de mi entorno, que lo que lo padecí yo.
— ¿Tu familia se enteró?
— Sí.
— ¿Y qué te dijeron?
— Y fue chocante. Pensaron cualquier cosa, hasta que con el tiempo comprendieron que yo lo hacía por mi cuenta, que yo ponía mis condiciones, que solamente se trataba de mí.
—¿Hay muchos prejuicios?
—Hay muchísimos prejuicios con ese mundo, mucho, mucho. En un momento pensaron que yo estaba en la esquina en Constitución, que tampoco habría problemas si lo quisiera hacer, pero no era así como yo me manejaba. Yo acordaba un encuentro con una persona, hablábamos, yo ya mandaba mis condiciones, cómo iban a ser las cosas y por suerte a mí siempre me respetaron ese tema, y nunca tuve un inconveniente, jamás, con ningún cliente. Sí, después con lo de las redes es un tema porque ya está todo expuesto en todos lados y obviamente sabés que puede pasar cualquier cosa con tu contenido y que se va a filtrar.
“Soy trabajadora sexual desde los 18 años, y en ese momento era lo peor, y me sentí muy atacada”.
—Tenés una energía muy positiva así que, dentro de tres años, cuando seas muy famosa, espero que sigas igual.
—Tres años me parece demasiado. Si en tres años todavía no soy famosa me cansé. Ya estamos, estamos más cerca.
—¿Cuántos años cumplís este año ?
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—En esta próxima celebración ¿qué vas a pedir cuando soples las velitas?
—Sabés que tengo un tema con eso porque toda mi infancia pedía ser feliz y es muy loco porque cuando crecí y me acordaba de eso, de que yo pedía eso, me di cuenta de que tendría que haber pedido la última muñeca Barbie o lo que sea, cualquier otra cosa, pero no, yo pedía ser feliz porque realmente no me sentía feliz, pero estos últimos años no pedí nada. Además, no se pueden contar los deseos del cumpleaños…
— Los pasados sí.
— Bueno, no pedí nada, con este momento estoy conforme. Y si bien no era tampoco el mejor momento, todavía estaba progresando, todavía me estaba costando un montón todo, igual ya me sentía mucho más tranquila y estaba cumpliéndole un montón de cosas a mi niña interior, a mi infancia, entonces eso me tiene totalmente conforme. Para mí con eso ya estoy re ganada.
“No tenés por qué sentirte mal por lo que sos, pero la sociedad y la vida te hacen sentir mal por serlo”.
—Y la última pregunta para finalizar. Te regalo una caja con todas las cosas que perdiste en tu vida y por un momento podés abrirla y recuperar una, ¿cuál sería?
—Que perdí… la infancia. Sí, me gustaría haber vivido un montón de cosas que hoy veo que mi hermanita, que la veo con la edad que yo tuve cuando me pasaron las cosas que me pasaron, y digo: la libertad con la que se maneja ella, la inocencia, ese brillo y sentir que no tuve eso que faltó. Toda la infancia me sentí como una niña adulta, como alguien que ya sabía un montón de cosas de la vida que todavía no había que saber, entonces eso: la infancia, el poder jugar tan libre.
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