El Rubio Abel, de la barra brava de Huracán a presidente del club: “Tuve causas por pelearme, pero salí de la tribuna y me enorgullece”
El jueves pasado Abel Poza asumió como nuevo presidente de Huracán. Pero 30 años atrás, el lugar del nuevo titular del club de Parque Patricios era otro muy diferente. Por entonces, cuando promediaba la década del 90 y hasta entrados los 2000, era conocido como El Rubio Abel, el hombre que se paraba en el paravalancha del Ducó y lideraba junto a otros referentes a la barra brava del Globito. Porque ingresó a la tribuna de chico, cuando dominaba la popular El Gallego Jorge y arribó al poder junto a los hermanos Claudio y Pablo De Respinis y Emiliano Tagliarino cuando la facción llamada José C. Paz, por la plaza cercana al estadio y la de El Pueblito, que reúne a los hinchas que vivían en la zona de la cuenca del río Matanza-Riachuelo, terminaron ganando la tribuna. Mucho tiempo después, cuando los otros tres siguen en el paravalanchas, Poza terminó convirtiéndose en el segundo presidente de un club de Primera con pasado de jefe barra, tras lo que lograra Raúl Pistola Gámez en Vélez. Y en ese espejo se mira hoy quien fuera antes y para el mundo del fútbol, el Rubio Abel.
“Es así, soy como Gámez, que además es buen amigo mío. Mi vida está marcada por Huracán porque desde chico empecé a practicar todos los deportes en el club, de ahí pasé a la tribuna, terminé siendo un referente para los hinchas, pero cuando nació mi primera hija me di cuenta que tenía que cambiar y pasé a la platea y a involucrarme en la vida institucional del club. Y hoy cumplo el sueño de mi vida: liderar al equipo que amo y amaré siempre”.
-Tu pasado pone una lupa sobre tu persona. ¿Cómo convivís con eso?
-Perfecto. Los invito a todos a caminar el club a ver qué dice la gente de Huracán sobre mí y vas a derribar todos los prejuicios que puedas tener.
-¿Y qué dicen?
-Que por fin llegó uno de nosotros, uno de los que viene de la tribuna, uno que fue a todos lados por estos colores y lo defendió en todos los ámbitos. En su momento en la popular y después desde el trabajo en el club y en la dirigencia, a la que entré en 2017. Y además muestro que se puede hacer ese camino y en un momento cambiar y entender que al club se lo puede ayudar desde otro lugar. Yo no te voy a negar lo que ya sabés: fui referente en los 90 y claro que tuve causas por pelearme en la cancha y en la calle. Pero en los 2000, apenas mi mujer quedó embarazada, me bajé y me fui a la platea.
-¡Pero si te tengo como referente mínimo hasta 2013!
-No, me tenés como mediador, que es otra cosa. Cada vez que había un conflicto interno o con otra hinchada, me llamaban para resolverlo. Y si yo podía dar una mano lo hacía. A mí me respetan todos porque saben que nací en el barrio y porque soy frontal. Yo estuve en el paravalancha desde los 15 hasta los 24 años cuando decidí dejar la popular. Y por entonces era otra cosa la barra. Las peleas eran hinchadas contra hinchadas, no existían las internas.
-Pero eran violentos también.
-Mirá, yo defendía a Huracán. Y cuando se armaba te tenías que pelear, sino te corrían de la tribuna. Pero era mano a mano o piedrazos. Después, cuando empezaron los tiros y los muertos y todo lo que ocurrió desde mediados de los 2000, yo ya me había corrido.
-Abel, te tengo en Hinchadas Unidas Argentinas en el 2010 y antes de eso estuvo la interna en la barra que dejó dos muertos en 2009 y también el crimen de Cafú en 2008 en una pelea con la barra de San Lorenzo.
-Bueno, ahí tenés: yo que ya no estaba en el paravalancha actué como mediador. Aquella interna fue con el grupo de la Villa Zabaleta y yo ayudé a pacificar para que no hubiera más lío. Y cuando pasó lo que pasó con Cafú hice de intermediario con los pibes más grandes de San Lorenzo para que se acabara. Pero lo hice como referente del barrio. Y lo de Hinchadas Unidas Argentinas, igual. Yo fui el que junté a las cabezas de las distintas barras porque la idea era acabar con la violencia. Me ofrecieron ser presidente de la ONG y no acepté, sólo quería ser el nexo para demostrar que se podía generar otra cultura de tribuna.
-Pero eso terminó todo mal.
-Sí, y por eso me fui apenas regresamos del Mundial. ¿Sabés por qué se pudrió? Por culpa de la política. A mí me vinieron a ver con la idea de pacificar las tribunas, que las canchas fueran una fiesta y después pasaron a las banderas con el pingüino. Y cuando pasó eso largué, porque cuando las barras juegan para la política termina mal.
-Los que manejan hoy la barra son los mismos que estaban con vos en el paravalanchas en los 90. ¿Eso es mejor o peor?
-Y, es mejor porque tenés la capacidad de ver antes varias movidas. Yo hablo mucho con el Comité de Seguridad de la Ciudad, y desde que en 2017 ingresé en la Comisión Directiva no hubo ni un problema. Les dije de sacar los alambrados de la platea y que me hacía responsable si pasaba algo y no pasó nada. Y si alguno se portaba mal, derecho de admisión directo. Lo último que quiero es violencia en Huracán.
-Admisión al plateísta es fácil, pero con tus amigos de la tribuna…
-Primero que mis amigos los cuento con los dedos de una mano y son los de la vida. Y después, que las reglas son iguales para todos y ellos lo saben. Mi objetivo es sacar los alambrados en toda la cancha y quiero hacerlo antes de terminar la gestión.
-El otro prejuicio es que la barra está adentro del club. Que manejan el hockey, que el fútbol infantil lo tiene el líder de la facción El Pueblito, que la José C. Paz se hizo fuerte en la Quemita…
-Mentira. Yo manejé el hockey mientras jugaban mis hijas y lo ascendí dos veces. Y en el fútbol infantil, quien manejaba se fue porque yo le dije que tenía que decidir si era dirigente o referente de la popular. A mí me gustaría que me pregunten por cómo estabilizamos económicamente el club cuando fui vicepresidente o lo que pienso hacer ahora en mi gestión.
-Ya vamos ahí pero antes, ¿no te arrepentís de nada de tu pasado?
-No. Siempre logré lo que me propuse con esfuerzo y siempre supe cambiar a tiempo. Salí de la tribuna, sí, y me enorgullece haber llegado a presidente teniendo ese punto de partida.
-¿Y en tu vida personal? Porque tuviste una causa judicial y estuviste preso en Marcos Paz.
-¡Pero por qué no te fijás cómo terminó la causa! Me sobreseyeron. Me habían llevado preso por tenencia de arma de guerra porque encontraron una en un auto en el que viajábamos tres personas. Ese arma no era mía, sino del dueño del auto, pero como recién había pasado lo de Axel Blumberg (NdR: el joven secuestrado y asesinado en marzo de 2004) y habían cambiado las leyes, me tuvieron preso ocho meses hasta que finalmente me largaron. No tengo un antecedente penal, sino no podría ser dirigente de Huracán.
-Y hablando de Huracán, vos sos el segundo barra en llegar a presidente de un club de Primera. ¿Qué objetivo tenés?
-Yo cumplí el sueño de mi vida y ahora quiero cumplirle el sueño a los hinchas de salir campeón de una liga argentina. La única estrella que tenemos es la del 73 y quiero ponerle otra en el pecho a la camiseta. Ya estabilizamos el club económicamente, apuesto a que sigamos creciendo en infraestructura pero sobre todo a dar la vuelta olímpica y sé que lo podemos lograr. Estamos primeros en el torneo y aunque falta mucho, sé que se nos puede dar algo bueno. Vos me dijiste que soy como Gámez. Bueno, quiero que me vaya como a él. Y tengo todo para poder lograrlo.