La doctrina que se esparce en todos los niveles del gobierno: “Demuestren que merecen estar cerca del Presidente”
Lo blanqueó Manuel Adorni, con la soberbia pública con la que ejerce la vocería presidencial: “(Queremos) Periodistas que puedan demostrar que merecen estar cerca del Presidente”. Adorni apeló a esa frase, sorpresiva y peligrosa, para marcar el supuesto elitismo que pretende para la sala de prensa de la Casa Rosada, pero bien podría extenderse a todo el ejercicio de la administración, en todos los rubros de un gobierno que en la última semana dio sobradas muestras de la aplicación de esa doctrina, a todo nivel.
Para Daniel Parisini, conocido como “El Gordo Dan”, un fanático libertario que se popularizó desde las redes bajo ese seudónimo y que hace algunas semanas inauguró “Carajo”, el nuevo canal de streaming libertario desde el que encabeza todos los días una “misa” delirante que no tiene filtros, es un divertimento. “Acá, echando gente”, se mofó el miércoles un rato después de que la Oficina del Presidente anunciara desde su cuenta de X que Julio Garro dejaba su puesto como subsecretario de Deportes por invitar al “capitán” de la selección bicampeona de América, es decir a Lionel Messi, a que pidiera disculpas por el cántico privado que Enzo Fernández subió a sus redes con ofensas a sus colegas franceses.
Una invitación que en cualquier otro sistema de toma de decisiones gubernamental hubiera pasado tal vez sin pena ni gloria, y probablemente los propios hinchas se habrían encargado de reprocharle al ex intendente de La Plata, que ahora se lamenta en privado por ver desde Buenos Aires los Juegos Olímpicos de París. Incluso el jefe de Gabinete, Guillermo Francos, desconoció en su primera reacción mediática el contenido de las palabras de Garro, pero explicó que tampoco le parecía una mala idea. “No conozco la referencia que hacen al pedido del gobierno al presidente de la AFA y a Lionel Messi. No me parecería mal, el Gobierno está en contra de todo tipo de discriminación”, resaltó Francos en diálogo con radio La Red, minutos después de las 10 de la mañana del miércoles.
Con Garro fuera del gobierno, el propio jefe de ministros confesaría qué fue lo que le dijo Milei cuando se enteró de las declaraciones del ex funcionario: “¿Qué está diciendo? Esto no tiene nada que ver con lo que pensamos”.
Aplicó para el ex subsecretario de Deportes, pero bien podría haberse dicho para Fausto Spotorno o Teddy Karagozian, dos de los ex asesores presidenciales que se fueron por cuestionar el programa económico.
O Fernando Vilella, expulsado por su apoyo a la Agenda 2030.
Para Milei, su hermana Karina y el consultor Santiago Caputo, todos los funcionarios, del nivel que sean, tienen que demostrar que merecen estar cerca del presidente. Para eso los convocaron. Es la condición principal, el requisito fundamental, aún por encima de cualquier tipo de eficiencia a la hora de gestionar.
El miércoles, bien tarde por la noche, después de la publicación de la Oficina del Presidente en la que se oficializó la salida de Garro y se respaldó públicamente al seleccionado campeón de fútbol, en la cuenta de X @SnakeDocLives en la que se transmite el pensamiento más fiel de la conducción del gobierno -está vinculada al entorno presidencial-, se escribió: “La totalidad de los funcionarios de este gobierno son solo una cosa: vehículos para empujar la agenda del Presidente de la Nación, al que no le gusta que se joda”.
Más tarde, se reaccionó con la siguiente afirmación al cuestionamiento desde otra cuenta: “No habría muerte más digna que ponerse en frente (sic) de una bala dirigida a este presidente”. Y agregaron, desafiantes: “No entienden con quién están lideando (sic) ustedes. No hay nada que no estemos dispuestos a hacer”.
Cuando Garro invitó a Messi a disculparse por los cantos de sus compañeros, se desató rápidamente en las redes -no solo “El Gordo Dan”- una cacería virtual contra el ex funcionario que llegó a ese lugar por un acuerdo entre el Presidente y Mauricio Macri. De hecho, trascendió ese mismo miércoles un cruce de WhatsApp entre Milei y el ex presidente en el que, según explicaron, el jefe de Estado le ofreció a su antecesor que le propusiera un reemplazante, para extender el acuerdo con el PRO en ese casillero del organigrama que le interesa especialmente a Macri por la promoción de las Sociedades Anónimas Deportivas (SAD). Diógenes de Urquiza, el reemplazo de Garro, ya había trabajado en el gobierno de Cambiemos.
¿Se apuntó particularmente contra Garro por tratarse de un dirigente referenciado en Macri? Es con lo que se especuló en estos días en algunas usinas oficiales. Más allá de su pertenencia política, la salida del ex funcionario exhibe un modelo de conducción que impone la construcción de un relato dominante, único e incuestionable puertas adentro. Hay funcionarios que, por ejemplo, tuvieron que sincerar en estas últimas semanas sus contactos periodísticos.
En redes, la maquinaria libertaria es implacable. Eso explica, en parte, la decisión de algunos de los funcionarios echados que, aún defenestrados públicamente -incluso denunciados, en algunos casos-, se retiran sigilosos, y con airados agradecimientos a la conducción del gobierno. El último fue Garro, pero antes había sido, por ejemplo, Pablo De la Torre, que fue echado de Capital Humano y llevado a la Justicia, acusado por la ministra Sandra Pettovello por supuestas contrataciones irregulares a través de la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI).
En la familia De la Torre esperan con ansiedad la resolución de esa investigación que impulsa el fiscal Ramiro González. Según fuentes judiciales, la presentación inicial, a cargo de la abogada Leila Gianni, no se caracterizó por su sobriedad técnica. En su momento, cuando el ex funcionario salió eyectado del gobierno, no solo agradeció en sus redes, a pesar de haber sido echado y denunciado, sino que desde su entorno pidieron “clemencia”, para no ser señalado por la propaladora oficial.
La prensa es un rubro que obsesiona particularmente a la secretaria General de la Presidencia, “El jefe”, “la primera que la vio”, según remarcó este viernes el presidente su extensísima entrevista con Alejandro Fantino en Neura Media. “Lo que le preocupan a Kari son los off”, comentó hace casi dos semanas una colaboradora de la hermana de Milei en un café cercano a la Casa Rosada, preocupada por los trascendidos que se esparcieron rápidamente tras la firma del acta de mayo en Tucumán con la televisación oficial en torno a la figura de Macri.
En el vuelo privado de vuelta a Buenos Aires, esa madrugada, el ex presidente comentó al pasar con Martín Yeza, María Eugenia Vidal y su primo jefe de Gobierno que le había extrañado que la secretaria General de la Presidencia firmara el acta junto a los gobernadores y el presidente.
Se trató, en definitiva, de otra demostración del brutal poderío interno que arrastra la hermana del presidente desde que desembarcaron en la Casa Rosada, que acapara cada vez más funciones, y de su rol como cancerbera de la figura presidencial. “Se puede estar mal con Milei, pero no se puede estar mal con Karina”, se desprende del círculo presidencial.
El presidente cuida públicamente algunas de las relaciones que su hermana, y parte de su entorno, se ocupan de tensionar, en público y en privado. Macri es uno de esos casos.
El jueves, la secretaria General desplegó todo su potencial. En menos de 24 horas, ejecutó dos movimientos quirúrgicos contra dos de sus principales rivales internos: Victoria Villarruel y Ramiro Marra.
La visita de la hermana presidencial a la embajada de Francia, sobre la calle Cerrito, para pedirle disculpas al embajador por las declaraciones de la vicepresidenta, que tildó de “colonialista” a ese país a través un posteo de redes, a propósito del canto de Enzo Fernández, fue un gesto obligado del gobierno en vísperas del viaje que Milei y la funcionaria realizarán la semana próxima para la inauguración de los Juegos Olímpicos, para evitar sumar otro conflicto diplomático a los ya generados con Brasil y España, por citar solo dos ejemplos.
Pero, en especial, fue una nueva demostración de la enemistad de Karina Milei con Villarruel, y de la tensión indisimulable en el vínculo entre la vicepresidenta y el presidente.
“El punto de quiebre es si Milei opina”, habían resaltaron el viernes por la tarde cerca de la vicepresidenta, horas antes de el presidente se presentara en los estudios de Fantino, en Palermo.
“Bueno, no fue un tuit feliz, digo porque las cuestiones deportivas tenés que ir por el lado deportivo, y no podés meter, por una cuestión deportiva, generar un quilombo institucional en términos diplomáticos. Pero bueno, ya está, ya se arregló, lo arregló Kari”, abundó Milei por la noche.
“¿Estaban calientes los franceses?”, le preguntó Fantino.
“Si, porque las cuestiones deportivas se arreglan en el plano deportivo…”, contestó el presidente.
“A mí nunca me mentís vos, no mentís a nadie, ya sé, pero a veces, sos un presidente… Ojalá que no tengas quilombo con Villarruel, y te pelees con Villarruel, pero vas a necesitar una charla sincera… Ni me mirás a los ojos, mirás para el costado…”, siguió el conductor mientras se reía, muy consciente de la tirantez que atraviesa la relación entre la Casa Rosada y el Senado.
“¿Cuál es el punto? Digo, primero, si hay algo que me caracteriza es que digo lo que pienso y hago lo que digo. Digamos, yo puedo tener diferencias, sí, tenemos diferencias, ¿cuál es el problema? Ahora, digo, ¿cuál es el problema? Pasó eso, listo, se arregló, ya está, sigo para adelante. ¿Qué, le tengo que contar las costillas? Seguramente algunas cosas que yo hago a ella no le gustan, ¿cuál es el problema? Pero en el 95% de las cosas vamos para el mismo lado…”, se explayó Milei.
Las diferencias con Villarruel empezaron desde antes de que La Libertad Avanza se hiciera cargo del gobierno, se agudizaron con el correr de los meses y quedaron expuestas en numerosos episodios: el rechazo al DNU 70 en el Senado, las negociaciones por la ley Bases y el paquete fiscal, la construcción política de la ex diputada, sus ambiciones electorales o su ausencia en la puesta en escena en Tucumán del 9 de julio.
Es decir, la agenda unilateral de la vice: allí radica la verdadera molestia.
Es que, a diferencia del resto, Villarruel no está a tiro de decreto. Y cuenta con una ventaja sustancial: es la dirigente mejor valorada en las encuestas, en el diferencial entre la imagen positiva y la negativa.
En el entorno de Karina Milei se cuestionan sus ambiciones personales. Trascendieron, además, supuestos contactos con Macri que nunca fueron corroborados. Circuló la versión de un encuentro en el sur, en el verano, que fue desmentido por los involucrados y que habría tenido lugar en Cumelén, el selecto barrio privado en el que vacaciona el ex presidente con vistas a los lagos patagónicos, en Villa La Angostura. Villarruel sí compartió, en estos meses, reuniones privadas con algunos gobernadores, fuera del Senado. Pero cerca suyo dicen que nunca visitó Cumelén. Ese barrio si es frecuentado por Luis Caputo o María Ibarzabal Murphy, una funcionaria cercanísima al consultor Caputo.
En el caso de Marra, nunca quedaron demasiado claras las razones de la ruptura con la hermana del presidente. El legislador sí conserva una buena relación con Milei, pero no alcanza para edulcorar el rechazo de la secretaria General, que intentó oponerse, incluso, a que se integre al consejo asesor encabezado por Demián Reidel. El jueves, después del acto aniversario por los 30 años del atentado a la AMIA, y de pasar a disculparse por la embajada francesa, “El jefe” fue a Legislatura a fotografiarse con María Pilar Ramírez, de su riñón, y otros dos legisladores, para marcar un claro posicionamiento respecto del bloque de Marra.
Otra señal interna, en línea con la frase que Adorni formuló hace dos fines de semana en LN+: “Que demuestren que merecen estar cerca del presidente”.
La doctrina oficial -“expulsiva” según un viejo dirigente del peronismo- del gobierno contrarresta notoriamente con el estilo de conducción que ejerció Alberto Fernández en sus cuatro años recientes de mandato. Tampoco Macri impulsó ese tipo de liderazgo. Sí Cristina Kirchner, que era igual de implacable cuando algún funcionario se descarriaba. Pero hacía rato no se veía una maquinaria de propalación del relato tan agresiva y eficaz como la libertaria.
El caso de Fernández fue el opuesto: en buena parte de su gestión, dirigentes del kirchnerismo, de cualquier talla, cargo o función, lo criticaron, esmerilaron y atacaron públicamente sin que esas acciones tuvieran ninguna consecuencia. El contraste con el actual ejercicio del poder es apabullante.