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Perdió a su padre de niña, dejó de correr y hoy hace historia en París representando a una isla de 200.000 habitantes: “Nos dio una razón para soñar”

La corredora de Santa Lucía Julien Alfred celebra tras haber finalizado segunda en la final olímpica de 200 metros, que ganó la estadounidense Gabby Thomas (REUTERS/Phil Noble)
La corredora de Santa Lucía Julien Alfred celebra tras haber finalizado segunda en la final olímpica de 200 metros, que ganó la estadounidense Gabby Thomas (REUTERS/Phil Noble) (Phil Noble/)

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El atletismo captó la atención de todos en los Juegos Olímpicos de París 2024 y entre las historias que se conocieron en el evento deportivo más grande del mundo destaca la de Julien Alfred, la velocista oriunda de la isla caribeña de Santa Lucía, que a sus 23 años logró la medalla dorada en los 100 metros eclipsando a la favorita Sha’Carri Richardson, y que este martes se colgó la plateada en una emocionante final de 200 metros.

En la pista del Stade de France, en Saint Denis, los casi 70 mil espectadores que se dieron cita disfrutaron una vibrante carrera, en la que la estadounidense Gabby Thomas terminó cruzando la meta con un tiempo de 21.83 segundos, delante de la caribeña Alfred (22.08) y la norteamericana Brittany Brown (22.20). Más allá del segundo puesto, Julien celebró haber conseguido una nueva medalla, la segunda en la historia de su pequeña nación, en donde ya es considerada una heroína. “Son mis primeros Juegos Olímpicos y volveré a casa con un oro y una plata. No podía pedir más”, reconoció luego de la prueba.

La actuación de Alfred en los Juegos Olímpicos de París causó un impacto profundo en su país natal. Desde la capital, Castries, hasta los rincones más alejados de la isla, los 181.000 habitantes celebraron el histórico logro que pone a Santa Lucía en el mapa del atletismo mundial y genera orgullo. “Cuando la vi en las eliminatorias, tuve una corazonada: ‘El oro es nuestro’”, reveló su primer entrenador y mentor, Cuthbert Modeste, quien recordó con emoción los inicios de la atleta en el deporte a los nueve años de edad.

La historia de Alfred es un testimonio de superación personal y resiliencia. A los 12 años, la medallista perdió a su padre y, afectada por la tragedia, abandonó temporalmente el atletismo. Gracias a la intervención y el aliento de su entrenador, la joven regresó a la pista dos años más tarde. Buscando mejorar sus habilidades, Julien dio un paso adelante en su vida que la transformó: decidió mudarse a Jamaica. En la tierra de su ídolo, Usain Bolt, recibió una formación más avanzada que la llevó a convertirse en una de las grandes velocistas del mundo.

Julien Alfred luce la medalla de oro en lo más alto del podio tras ganar los 100 metros en los Juegos Olímpicos de París 2024 (REUTERS/Kai Pfaffenbach)
Julien Alfred luce la medalla de oro en lo más alto del podio tras ganar los 100 metros en los Juegos Olímpicos de París 2024 (REUTERS/Kai Pfaffenbach) (Kai Pfaffenbach/)

En la isla del Caribe que sufrió graves destrozos en julio pasado por el paso devastador del huracán Beryl, los habitantes están verdaderamente orgullosos por la participación de su representante en París e hicieron una pintura de lo que se vive en las calles santalucenses. “Es un momento único en la historia de Santa Lucía, que recordaremos el resto de nuestras vidas. Estoy muy orgulloso de todo lo que ha logrado hasta ahora”, le dijo Milton Branford Jr, un empresario local, a la agencia AFP. Por otro lado, Samantha Agard, otra residente del pequeño país, también subrayó la importancia del triunfo para las futuras generaciones: “La medalla de oro es algo grande, no sólo para el país, sino para la juventud, especialmente por parte de una atleta que empezó de la nada”.

La celebración en Santa Lucía no es para menos, ya que la hazaña de Alfred se traduce en las primeras medallas olímpicas para el país, un logro que resonará en la historia de la nación caribeña. “Es increíble lo que ha hecho Julien. Nos ha dado a todos una razón para soñar”, comentó una emocionada aficionada en Castries. Los medios de comunicación locales reportaron lo que esta victoria significa en términos personales y colectivos para su isla, destacando no sólo el talento y la dedicación de la nueva estrella nacional, sino también el apoyo de su comunidad, que siempre creyó en ella.

La marcha de Alfred hacia la victoria olímpica implicó años de entrenamiento, apoyo de su entorno cercano y el coraje de enfrentarse a la posibilidad de abandonar sus sueños tras la pérdida de su padre. Sin embargo, la determinación de Julien y el aliento constante de Modeste hicieron posible que no sólo volviera a la competencia, sino que también se convirtiera en una atleta de talla mundial, codeándose con las mejores.

El viaje de Alfred desde las pistas locales en Santa Lucía hasta los grandes escenarios es una historia de inspiración, que llegó a la cima desde el más humilde de los inicios.

Julien Alfred con la bandera de Santa Lucía tras ganar la medalla dorada en París 2024 (REUTERS/Sarah Meyssonnier)
Julien Alfred con la bandera de Santa Lucía tras ganar la medalla dorada en París 2024 (REUTERS/Sarah Meyssonnier) (Sarah Meyssonnier/)

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