Las fotos que se sacaron los sobrevivientes de la tragedia de Los Andes y fueron recreadas en el film, analizadas por dos de ellos
“Esta foto sí que dio vuelta al mundo”, relata con asombro Carlos Paéz, uno de los sobrevivientes de la tragedia de Los Andes al observar una imagen tomada por la Fuerza Aérea chilena, cuando los divisó en el medio de la cordillera tras sobrevivir durante dos meses y medio en condiciones extremas a 3600 metros del nivel del mar en la zona conocida como el Valle de las Lágrimas, cerca de la frontera entre Argentina y Chile.
Esa imagen inmortalizó a 11 de ellos alrededor de lo que había quedado del fuselaje del avión FH-227D, que se estrelló por un error humano el 13 de octubre de 1972, haciendo señas con sus manos para ser rescatados. “Es una de las fotos más memorables de nuestra historia. De hecho, está considerada una de las fotos más importantes del siglo pasado, que fue cuando aparecimos después de 70 días”, recordó Vilaró en un video que compartió Netflix al promocionar la película La Sociedad de la Nieve.
Pero esta fotografía es tan solo una de las tantas que luego salieron a la luz y que recrean los dramáticos momentos que tuvieron que atravesar los 16 rugbiers que resultaron con vida tras el accidente aéreo. En total viajaban 45 personas (5 de las cuales eran tripulantes). Once de ellas murieron en el acto y las 18 restantes fallecieron días después debido a sus graves heridas y como consecuencia de una avalancha de nieve.
Los pasajeros eran jugadores de rugby del club Old Christians que iban a disputar un partido amistoso a Chile y muchos de ellos viajaban acompañados por sus familiares. La mayoría llevaba cámaras fotográficas porque luego del encuentro deportivo tenían planeado quedarse unos días de vacaciones en la ciudad de Santiago.
Esos dispositivos, justamente, fueron los que permitieron retratar lo que sería una de las mayores hazañas de supervivencia humana de las que se tenga registro a nivel mundial. Lo que ninguno imaginaba es que esas imágenes serían recreadas con rigurosidad para el filme que ya consiguió dos nominaciones para los Premios Oscar.
Así como hubo jornadas en las que el grupo se mostraba con poca esperanza de sobrevivir debido a la falta de comida y a los 42 grados bajo cero que tuvieron que soportar, hubo otras en las que estaban más animados que se dedicaron a fotografiar su día a día.
Gracias a ello, el equipo de arte de la película logró reconstruir cada detalle de la historia real con asombrosa fidelidad. Y desde sus redes sociales, Netflix comparó diferentes momentos de la película con los registros fotográficos de la época y elaboró un compilado que se hizo viral.
Las fotos reales analizadas por dos de sus protagonistas
Uno de los más activos a la hora de tomar fotos fue Roy Harley, quien hoy está jubilado tras trabajar arduamente como ingeniero industrial mecánico tanto en Uruguay como en Argentina. En el momento del accidente, Roy tenía 20 años, jugaba de wing derecho y pesaba 85 kilos. Al ser rescatado, llevaba siete fotos en el rollo de la cámara de fotos que le había prestado a su padre.
“Era una Olympus que hoy miramos con rareza, pero que en ese momento era alta tecnología, lo último. Tenía un rollo en el que me quedaban siete fotos. Al segundo día después del accidente la encuentro. Era la máquina de mi papá, esa que tanto cuidaba y que pensé que se había perdido en la Cordillera”, recordó en diálogo con Infobae. Hoy, esa máquina forma parte de la colección permanente del Museo Andes 1972 ubicado en Montevideo.
A Infobae le concedió cuatro de las siete fotos que sacó. Las otras tres las tiene a resguardo en su hogar. Es parte de la intimidad de una historia que fue libro, documental y película.
La foto de la cordillera
Esta foto, Roy la tomó el segundo día del accidente, después de encontrar en su saco la cámara de fotos. Se subió al fuselaje y tomó el trayecto que hizo el frente del avión: desde el centro de las montañas y el deslizamiento por la nieve. Después de ese día guardó la Olympus entre los hierros retorcidos de la aeronave.
“Si nosotros pegábamos en otro lado y caíamos por esas piedras, el avión se hubiera deshecho, hubiera explotado. Alguien guiaba ese avión y lo llevaba en esa trayectoria”, afirmó el sobreviviente.
La cola del avión
El 5 de noviembre, Roy llegó a la cola del avión, que días antes los exploradores habían encontrado ladera abajo. En un principio no quería ir hasta allá porque estaba débil y triste debido al alud que había aplastado a ocho de sus amigos. Finalmente, fue junto a Roberto Canessa, Antonio Tintín Vizintín y Fernando Nando Parrado.
“Preparamos todo, sacamos la radio, la antena, el sintonizador. Pusimos todo en una valija que usamos de trineo y allá nos fuimos una mañanita temprano. Llegamos a la cola y estaban todas las valijas desperdigadas. Encuentro la mía, armadita, prolijita, como la había hecho en casa. Todas las casas tienen un olor particular. Yo metía la cabeza entre la ropa, respiraba profundo y sentía que me transportaba. Lo hacía un rato largo. Estaba ahí respirando, acordándome y pensando qué estarán haciendo en mi casa y tratando de concentrarme para mandar un mensaje y decirle a mi familia ‘no lloren más, yo estoy vivo’”, relató.
Armando la antena de la radio
La tercera foto la tomó Tintín Vizintín. Nando Parrado, con el gorro rojo, está encima de las valijas. Allí estuvieron ocho días pelando, uniendo y aislando cables. Según la anécdota que Roy contó, tuvieron tiempo para adoptar el vicio del cigarrillo, dejarlo y volver a tomarlo
Tomando sol afuera del avión
Por su parte, Carlos Páez recordó una anécdota que se dio en medio de la tragedia. “Me acuerdo que esta foto, curiosamente, fue a instancias mías porque me había quitado la camisa. La nieve tiene esa paradoja de días fríos y cuando para el viento uno siente el calor. Entonces yo dije: ‘Yo quiero quiero llegar bronceado a Punta del Este’, que es el balneario que nosotros tenemos”, señaló Páez al analizar la imagen donde se lo ve sentado en la nieve, en cuero, tomando sol afuera del avión siniestrado.
“Esto puede ser tomado como un acto de frivolidad, pero también como un acto de esperanza. Entonces yo me saqué la camisa solamente para la foto, Obviamente fue por un minuto. Tengo un pañuelo en la cabeza, pero me acuerdo que estábamos todos juntos en ese momento, que se podía tomar un poco de calor”, añadió al hacer referencia a un día soleado.
Nando Parrado rodeado de valijas
“Esta foto es en la cola del avión. Está Fernando Parrado rodeado de todas las valijas, que era lo que iba en la cola del avión a donde nosotros queríamos llegar. No solamente por el equipaje, sino porque ahí estaban las baterías del avión, que era lo que nos daba la posibilidad de poderlas juntar al radio transmisor para hablar por radio”.
Cosiendo una bolsa de dormir
“Esta foto me encanta. A mí me tocó el trabajo de coser una bolsa de dormir. El bolso de dormir que está allá abajo mío. Fue el orgullo más grande de las cosas que he hecho en mi vida porque fue mi aporte a la caminata más bestial de Fernando Parrado y Roberto Canessa”.
La foto del regreso
“Esta foto es increíble. Aquí estamos en el avión volando desde Mendoza a Malargüe. El Flaco Martínez Lamas, Gustavo Nicolich, mi muy muy amigo, el Vasco Echevarren, el Monchito Sabella, atrás Carlitos Páez, el Gordo Francois. Era todo alegría, todo jolgorio, a disfrutar la vida”, dijo el sobreviviente.
Llegando a la civilización
“Esa foto es de Roberto Canessa y Fernando Parrado cuando llegaron a la civilización, dos personajes para mí heroicos. Realmente la caminata que ellos hicieron fue una de las cosas más increíbles que puede haber hecho el ser humano. Era el viaje hacia la interrogante. A nosotros nos rescataron en dos dos días. Este fue en la noche. Yo a mí ya me habían rescatado, pero ahí están todos juntos, dentro del fuselaje de los sobrevivientes.
El tan ansiado rescate
“Esta foto fue en el rescate. Ahí está Roberto Francois; que está curiosamente con mi madre que es la que está adelante. Esto ya era el momento del abrazo entre todos nosotros cuando nos juntamos nuevamente en la civilización”.