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La verdadera historia de la salida de Juan Román Riquelme del Barcelona

Riquelme disputó 42 partidos en el Barcelona en la temporada 2002/2003, convirtió 6 goles y repartió 10 asistencias
Riquelme disputó 42 partidos en el Barcelona en la temporada 2002/2003, convirtió 6 goles y repartió 10 asistencias

Hace algunos años, el medio español Mundo Deportivo había sacado a relucir una historia que implicaba a varios referentes de la plantilla del Barcelona en la salida de Juan Román Riquelme del equipo. El número 10, que ganó rodaje tras la despedida del neerlandés Louis van Gaal y ante el arribo del serbio Radomir Antic (2020), optó por decir adiós y firmar en Villarreal tras una sola temporada en el cuadro blaugrana. ¿Cuáles fueron los verdaderos motivos de su alejamiento?

Según la versión del periódico catalán, los jugadores más experimentados del equipo habían se habían disgustado con Riquelme luego de que este se borrara de una visita a Mallorca por la liga española tras un 0-3 con Sevilla en el Camp Nou, duelo en el que Román había sido titular y se produjeron abucheos y una pañolada en las tribunas por el disgusto del resultado. Tras bajarle el pulgar a Román, alguno alzó la voz frente al flamante DT Antic y le planteó el supuesto descontento con el argentino, que había sido suplente con un Van Gaal que pretendía ubicarlo como extremo izquierdo y no como enganche.

“Riquelme, usted va a ser clave en la recuperación de este equipo”, le había dicho cara a cara Antic a un Román que era el mimado del presidente Joan Gaspart. El serbio contaba con el ex Boca como una de las cartas principales para sacar al equipo del fondo de la tabla y apostar fuerte en la Champions League. Cabe recordar que aquel Barça amagó con pelear el descenso, pero finalizó sexto y se clasificó a la Copa UEFA. Al unísono, pisó los cuartos de final de la Liga de Campeones (fue eliminado de local por la Juventus, en tiempo suplementario, gracias a un gol del uruguayo Marcelo Zalayeta).

Riquelme y Figo, en un clásico entre Barcelona y Real Madrid (Mandatory Credit: Action Images / John Sibley)
Riquelme y Figo, en un clásico entre Barcelona y Real Madrid (Mandatory Credit: Action Images / John Sibley) (John Sibley/)

Fueron tiempos turbulentos para el Barcelona. Van Gaal fue despedido tras una derrota frente al Celta en Vigo a fines de enero de 2003. El 1° de febrero de ese año, el ayudante de campo del neerlandés, Jesús Antonio de la Cruz, dirigió de forma interina en el 0-3 ante Atlético Madrid en el Vicente Calderón. El 9 de febrero, Antic debutó en el banco con un 2-2 frente a Athletic Bilbao en el Camp Nou. El 15 de febrero, el presidente Gaspart, quien incluso en un momento había fantaseado con la contratación de Carlos Bianchi para explotar las cualidades de un Riquelme que había bailado al Real Madrid en la Intercontinental del 2000, se vio obligado a renunciar a su cargo por los malos resultados a nivel deportivo e institucional.

Luego de un cuatrimestre con un par de titulares interinos, Joan Laporta se sentó en el sillón presidencial y pasó la escoba. Rompió el contrato de Antic y contrató como entrenador a otro holandés como Frank Rijkaard. Pero además, para hacerse sentir en el mercado, le reservó la camiseta número 10 al brasileño Ronaldinho, a quien fichó proveniente del París Saint Germain. Los días para Riquelme parecían estar contados, sobre todo porque Román buscaba un rol protagónico que todavía no le habían dado y, tras la llegada de Dinho, su objetivo personal se iba a complicar aún más.

Desde el entorno del argentino siempre desmintieron con énfasis que haya habido alguna disputa de vestuario con compañeros previo a su alejamiento. De hecho forjó una relación de amistad con Xavi Hernández y Andrés Iniesta, entre otros, a la vez que públicamente recibió elogios en más de una ocasión por parte de Patrick Kluivert. Era un vestidor plagado de futbolistas neerlandeses como Frank de Boer, Phillip Cocu, Marc Overmars y Michael Reiziger. Mientras que había otros experimentados caudillos como los españoles Luis Enrique, Gaizka Mendieta y Dani.

Ronaldinho llegó a Barcelona proveniente del PSG y enseguida se convirtió en estrella (AFP)
Ronaldinho llegó a Barcelona proveniente del PSG y enseguida se convirtió en estrella (AFP)

La contratación de Ronaldinho, recibido con alfombra roja y trompetas, fue una mojada de oreja para un Riquelme que a esa altura estaba harto de ser suplente y necesitaba completar una temporada sintiéndose indiscutido como lo había sido en Boca. No estaba dispuesto a quedar relegado y esperar por una oportunidad entre los relevos, en épocas en las que había solamente tres modificaciones por partido. Román se había embarcado en la aventura europea con la idea de triunfar y necesitaba jugar. Para colmo, sin cupos disponibles para extracomunitarios, el creador del festejo del Topo Gigio quedó apuntado.

Fue entonces cuando en el horizonte apareció el Villarreal, entidad que le brindaría todas las comodidades y el lugar que necesitaba dentro de la liga española y el continente europeo. Fue cedido por dos temporadas al Submarino Amarillo, que decidió comprarlo tras ser considerado mejor futbolista extranjero y máximo asistidor de la liga, además de ser el conductor del equipo que en 2004 ganó la Copa Intertoto y tocó las semifinales de la Copa UEFA, en 2005 finalizó tercero en el campeonato español y en 2006 llegó a las semis de la Champions League antes de caer con el Arsenal inglés.

Su relanzamiento europeo lo puso en vidriera y fue sondeado por varios gigantes del Viejo Continente. Hace algunos meses, el propio Román contó cómo casi lo compra el Manchester United: “Jugábamos la semifinal de la Champions League contra el Arsenal de Inglaterra y Alex Ferguson fue hasta el hotel. Habló con el presidente del Villarreal y con mi representante. Me dijeron que me quería saludar y fui. El presidente del Villarreal me dice ‘te vino a comprar’. Entonces yo le digo ‘y bueno, ¿qué le dijo usted?’. Me respondió que estaba en venta la ciudad deportiva, El Madrigal (el estadio) y todo, menos Riquelme. Entonces le dije ‘bueno, yo estos 5 minutos no me los voy a olvidar nunca más en mi vida. Pero si el presidente del Villarreal no quiere venderme, yo me quedo en Villarreal’. Así que lo saludé y me fui a tomar mate”.

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