Entrevista con Pipino Cuevas: de los insólitos detalles de la operación que lo depositó en River al lucrativo negocio que se le ocurrió en pandemia
“River es lo mejor que me pudo haber pasado en la vida”, dice convencido Nelson Pipino Cuevas. E incluso tiene una fecha exacta para recordar ese milagro que se produjo en su vida: el 28 de abril de 2002. Ese día River se enfrentó a Racing por el campeonato Clausura. El equipo Millonario, en ese momento dirigido por Ramón Díaz, sin más cambios disponibles tras el ingreso de Cuevas, tuvo que lamentar la expulsión de su arquero Ángel Comizzo. Ante la incertidumbre por la acefalía de los tres palos, un jovencísimo Martín Demichelis se animó a ocupar el arco. El equipo de Avellaneda estaba por patear un tiro libre a su favor. Mientras el actual entrenador del club de Núñez improvisaba una barrera, todo era preocupación y nerviosismo. “Si acierta al arco va a ser gol de Racing, lamentablemente”, pronosticaba Atilio Costa Febre, reconocido relator riverplatense.
La tribuna era una olla a presión. El disparo de La Academia pegó en la barrera y recuperó la pelota River.. Ricardo Rojas, con un pase de corta distancia hacia la mitad de la cancha, habilitó a Cuevas para que comenzara una corrida memorable – mientras Costa Febre clamaba “hacelo Cuevas, hacelo Cuevas por Dios” – y luego de dejar al arquero desparramado en el área, convirtió el gol de la victoria para River y también el tanto que cambiaría para siempre su carrera.
“River es lo mejor que me pudo haber pasado en la vida. Me dio todo: educación, estatus en la parte económica… Gracias a River pude conseguir muchas cosas importantes. Fui convocado a la selección de Paraguay y jugué un Mundial, gracias a ese gol frente a Racing”, le remarca Cuevas a Infobae. “Jugué ese partido, le convertí el gol a Racing, me convocaron al Mundial (Corea/Japón 2002), fui goleador, gané la camioneta que sorteó Ramón Díaz, salimos campeones con River, fui transferido a China… Siempre digo que con el gol a Racing se parió una buena senda en la carrera de Pipino Cuevas”, completa.
Dos décadas después de ese gol, su vida hoy transcurre en suelo guaraní y sus ocupaciones lo vinculan con el golf, la música y el ámbito empresarial. Al frente de un negocio inmobiliario con su mujer, tiene además una empresa familiar – Ycuevas Perforaciones – que le da trabajo a más de 30 personas y realiza excavaciones de pozo artesiano en búsqueda de agua para aquellos que aún no tienen, y también sigue con su guitarra, tocando y cantando para amigos.
“Después de la pandemia, como todo paró a nivel inmobiliario, se me prendió la lamparita para empezar con lo del pozo artesiano porque mucha gente necesitaba agua y empecé a usar las redes. Tengo que decir que las redes sociales realmente son algo maravilloso, si uno las sabe utilizar son algo fantástico, porque te ve muchísima gente y sabe lo que estás haciendo. Estamos muy bien posicionados en el mercado y tenemos importaciones de motores, de bombas, un montón de accesorios que hoy en día estamos importando y vendiendo aquí en el mercado local”, cuenta.
El ex delantero construyó de a poco todo lo que logró. Al no tener estudios universitarios, mientras llevaba adelante su vida de jugador profesional fue edificando los pilares para su retiro. Uno de los puntos que destaca es que todo lo que ganó con el fútbol lo invirtió en Paraguay, gracias a algunos consejos que le dio su madre, figura trascendental en su vida, tanto para desarrollarse en los negocios, como en su trayectoria futbolística.
“No puedo dejar de destacar esa cuestión de mi mamá. Ella fue y sigue siendo una persona que me ayuda muchísimo. Sería muy mal agradecido al no reconocer eso. Y a nivel futbolístico me ayudó muchísimo también. El quilombo que le fue a armar a Ramón Díaz en ese entonces para que yo pudiera jugar aquel bendito partido contra Racing… También hay que destacar los consejos con los inmuebles que hemos comprado. En gran parte me inculcó y nos incentivó a que hay que invertir en tierras, en ladrillo, que eso no te lo va a poder robar tu representante, no te lo va a poder robar la mala gente. Eso hay que destacarlo porque hoy en día, gracias a eso vivimos todos bien en Paraguay, al menos mi familia”, explica.
-¿De qué se trata ese “quilombo” que mencionás que le hizo a Ramón Díaz para que pudieras jugar ese famoso partido con Racing?
-Mi señora madre estaba siempre pendiente de su hijo y un día me preguntó por qué no estaba jugando. Le dije que Ramón no me ponía y me dijo: cómo no te va a poner, si yo te cuido bien, no puede ser que no te ponga. Agarró la cartera y se fue para la cancha de River. Ahí trató de encararlo a Ramón, pero se escondía de ella. En cuanto pudo, fue directo y ahí pudo hablarle: ¨Ponelo a mi hijo, mi hijo te va a salvar¨. Siempre digo que Ramón habrá pensado ‘lo voy a poner al pibe porque la vieja me va a venir a armar un desmadre de aquellos’ (risas).
-¿En tu llegada a River también tuvo que ver?
-Cuando pisé River me enteré de que estuvo 5/6 horas esperando en el lobby de la presidencia y que se dirigió a la secretaría y dijo “vengo a hablar con el presidente de River (Alfredo Davicce)”. La secretaria del presidente le dijo: ¨Señor acá hay una paraguaya, media densa, que no se va a ir”. Cuatro o cinco horas después, el presidente le consultó a esta secretaria si mi mamá seguía ahí. ¨Sigue acá la paraguaya y no se va a ir si usted no la atiende¨, le contestó. No sé si le tuvo compasión o a lo mejor le dio un poco de curiosidad, pero la dejaron pasar tan solo 10 minutos. Al abrirle la puerta, le cantó: Una noche tibia nos conocimos, junto al agua azul de Ypacarai… Y ahí nomás le agarró cariño. Le preguntó que la traía por su oficina y ella le respondió: “quiero que compre a mi hijo, ahora”. “Quién es su hijo”, le preguntó con sorpresa. “Mi hijo es Nelson Cuevas, es el mejor de Sudamérica, es el mejor lateral derecho y quiero que lo compre, quiero que se quede en River, ahora”, le dijo, y golpeó la mesa. Davicce le pidió que lo dejara hacer una llamada y ahí nomás se comunicó con Ramón Díaz.
-Pelado, ¿Lo conoces al chico Cuevas?
– Sí, lo conocemos, es el paraguayo que está jugando muy bien.
– Ramón, necesito saber si es bueno o es malo.
– Es muy bueno, presidente.
Y ahí mismo surgió la negociación para que Pipino Cuevas llegué a River Plate, a raíz de la señora madre bravísima que tiene, cuenta en tercera persona entre risas el paraguayo.
Cuevas, además de la camiseta del Millonario, vistió la del América de México, el Santos de Brasil, Universidad de Chile, también la del Pachuca y Albacete de España, entre otros. Pero su despegue en el fútbol, como él mismo reconoce, fue por obra de ese gol a Racing. Su agradecimiento con River está en cada línea de sus respuestas. “Realmente le agradezco tanto a Dios por el hecho de que me haya dado la oportunidad, porque todo está en manos de Dios. Esa posibilidad de poder jugar en un club tan grande como River y evidentemente, por sobre todas las cosas, que me haya dedicado al fútbol, sinceramente fue unos de los mejores momentos de mi vida durante los casi 20 años que me tocó jugar. Realmente fue algo magnifico que no voy a poder borrar tan fácilmente”.
-¿Cómo fue esa llegada a River?
-En el primer entrenamiento, Ramón Díaz me dice ¨Paragua, puede dar unas palabras de bienvenida¨, y esa vez me costó hablar por el nerviosismo. Pero cuando viajamos a la pretemporada, mientras almorzábamos en el hotel, un señor tocaba la guitarra en el lobby y le pregunté si me podía prestar su guitarra. Enseguida hice un ruido para tener atención y dije: ¨Ahora me quiero presentar ante todos ustedes: soy Nelson Cuevas, un humilde servidor de todos mis hermanos argentinos y les quiero dedicar esta hermosa zamba¨. Ahí nomás empezaron a aplaudir, a levantar servilletas, a pegarle a las mesas. A raíz de eso se rompió el hielo, entré al grupo y a partir de ahí empezó una historia maravillosa en River.
La guitarra en la vida de Cuevas estuvo desde muy chico. Empezó a tocar a los 13 años en la iglesia, lugar lugar en el que aprendió y dedicó gran parte de su tiempo para cantar y tocar los salmos. Con toda la seguridad reconoce que, de no haber sido futbolista, hubiese sido músico. Además de guitarra, toca el arpa paraguaya y en sus redes sociales (@pipinocuevas23) siempre que puede se deja ver interpretando alguna canción. “Me gusta mucho la instrumentación, los equipamientos, el sonido, soy amante del buen sonido, pero con la bendición de Dios pude ser un futbolista que dejó su huella y por sobre todas las cosas, ser goleador histórico de Paraguay en los Mundiales, algo no menor y yo siempre rescato. A mí me tocó jugar tres mundiales en total: uno Sub 20 y dos mayores. Fue algo muy significativo en mi carrera futbolística y también como persona”, subraya.
Además de su vida volcada a los negocios, pasa mucho tiempo con su familia, la cual se completa con sus tres hijos. El más grande es jugador de fútbol. Está en las Inferiores de Olimpia y en la Sub 15. Según describe su padre, tiene cualidades y augura un futuro prometedor. “Todo depende de él”, advierte. Y así como hizo su madre con él, los consejos son parte de las charlas con su hijo. “Todo el tiempo estamos hablando mucho de la disciplina, de la exigencia, de la dinámica que tiene que meter y siempre trato de mostrarle el camino. Y que no debe ser cómodo. Siempre trato de hacerle entender que tiene que tener hambre de gloria y que la base del éxito es el sacrificio, el esfuerzo”, concluye