Las aventuras del fotógrafo canadiense que recorre el mundo para descubrir a los “dobles” sin parentesco
¿Cada persona tiene a su doble en el mundo? François Brunelle, un fotógrafo canadiense radicado en Montreal, busca responder esa incógnita desde 1999, año en que comenzó a viajar por diferentes países con el objetivo de encontrar a personas desconocidas entre sí, pero que fueran físicamente idénticas.
No fue sorpresa para él empezar a dar con esos “dobles”, ya que él mismo siempre fue comparado con el actor que encarna a Mr. Bean y, además, vivió el encuentro con uno de sus pares en un restaurante de Praga mientras compartía una cena con amigos y quiso saber si otras personas también tenían a su doble. Así inició el camino de un de los proyectos más asombrosos que se hayan realizado en los últimos años: no solo los encontró sino que inició una documentación fotográfica de esos parecidos y el resultado lo comparte en el proyecto I’m Not a Look-Alike, iniciada a finales del siglo pasado. A casi 25 años de realizarlo, reúne una colección de retratos en blanco y negro de aproximadamente 250 parejas en 32 ciudades de todo el mundo.
Esta idea del doble exacto no pertenece al fotógrafo. Un estudio realizado por la investigadora Teghan Lucas, que buscó poner un halo de ciencia a la creencia urbana, concluyó que todos tenemos un doble exacto a nosotros en alguna parte del mundo.
“Hay genes involucrados en el tamaño y la forma del rostro, otros en el color de los ojos, otros en el pelo… Y el hecho de que haya muchas más células que determinen cómo será nuestra apariencia facial que los que influyen, por ejemplo, en cómo será la mano o las piernas, es una prueba de que nuestra especie tiende a la diversidad”, dice en su estudio.
“A pesar de que sean muchos, esa cantidad que está involucrada en nuestra apariencia física es limitada. Eso quiere decir que aunque haya muchísimas combinaciones posibles, al final conforme aumenta la población se llega al punto en que alguna acaba repitiéndose”, asegura Lucas, que explica que esa probabilidad aumenta a medida que más se parecen los genes de dos personas: “Por eso, nuestros parientes se parecen a nosotros más que al resto de la gente. Y siempre será más fácil encontrar similitudes físicas entre dos personas de origen asiático que entre un coreano y un noruego”.
Investigadores del Instituto de Investigación contra la Leucemia Josep Carreras de Barcelona revelaron en el artículo Humanos parecidos identificados mediante algoritmos de reconocimiento facial muestran similitudes genéticas, publicado en la revista Cell Reports que el fuerte parecido facial está asociado a variantes genéticas compartidas.
“El rostro humano es uno de los rasgos más visibles de nuestra identidad única como individuos. Curiosamente, los gemelos monocigóticos comparten rasgos faciales casi idénticos y la misma secuencia de ADN, pero podrían presentar diferencias en otros parámetros biométricos. La expansión de la red mundial y la posibilidad de intercambiar fotografías de humanos en todo el planeta ha aumentado el número de personas identificadas en línea como gemelos o dobles virtuales que no tienen parentesco familiar. Aquí, hemos caracterizado en detalle un conjunto de humanos “parecidos”, definidos por algoritmos de reconocimiento facial, por su panorama multiómico. Informamos que estos individuos comparten genotipos similares y difieren en la metilación de su ADN y el panorama del microbioma. Estos resultados no sólo proporcionan información sobre la genética que determina nuestro rostro, sino que también podrían tener implicaciones para el establecimiento de otras propiedades antropométricas humanas e incluso características de personalidad”, resume el estudio.
Parecidos
Las más de 200 piezas de Brunelle dan testimonio del extraño fenómeno que es investigado por la ciencia: ¿por qué personas que no son parientes comparten ADN y rasgos físicos tan similares? A esto se refiere la Teoría del Doppelgänger cuyo término alemán define al “doble fantasmagórico o sosias malvado de una persona viva”. Así la dio significado el novelista Jean Paul, en 1796, cuando definió a Doppeltgänger como “el que camina al lado”.
Desde entonces, se usa esa palabra para designar al “doble de una persona”, pero significando a ese otro como el “gemelo malvado”. Así, los Doppelgänger fueron protagonistas de obras literarias de ciencia ficción y literatura fantástica.
“Me fascina encontrar dobles a las personas”, admitió el fotógrafo Francois Brunelle al portal británico Daily Mail y contó que desde sus 18 años estudia los rostros humanos. “El hecho de que dos personas sin relación alguna entre sí y a veces nacidos en distintos países comparten el mismo aspecto físico”, dijo, el eje de su ya reconocida obra iniciada en los Estados Unidos, pero que lo llevó por el mundo, logrando convertirse en una muestra internacional aclamada y en un libro.
Según contó, su objetivo es explorar la relación que puede generar el encuentro de dos personas que no se conocen y que al verse descubren que son idénticas. Para ampliar esas posibilidades, pidió que las personas que sepan que tienen a su doble le escriban para poder retratarlas.
Las fotografías que les hace están centradas en la iluminación y el ángulo de las personas. Es, justamente, el blanco y negro de los extraños retratos el que resalta los rasgos faciales. A la vez, usa esa técnica para mostrar que no son dobles exactos.
“Una pareja muy perfecta de parecidos sería aburrida”, asegura y dice que al hacerlas posar tan cerca ayuda a identificar cada una de las semejanzas de las personas y también las diferencias que poseen. “Los parecidos no son iguales. Se parecen, no mucho más, pero eso es lo que me fascina. Que alguien, en este mundo, se mire en el espejo y vea más o menos lo mismo que yo veo en espejos distintos”.
Todo comenzó cuando Brunelle trabajaba como fotógrafo de publicidad. Solía usar el pelo corto y lo comparaban con el actor inglés Rowan Atkinson, conocido por su papel de Mr. Bean. Paradójicamente, pese a una carta que le escribió al actor y una visita en Londres para conseguir una foto con él, no lo logró.
Pese a sentirse decepcionado, continúo su búsqueda y encontró que tiene dos dobles en Canadá. Este fenómeno, también tiene explicación estadística: existen más de 7.000 millones de seres humanos y hay un número limitado de combinaciones genéticas, por azar dos personas pueden tener los mismos rasgos sin ser familiares.
Pese a eso, para el fotógrafo, se trata más bien de una cuestión casi filosófica: “Me pregunto si alguien más ve lo mismo que yo cuando me paro frente al espejo todas las mañanas”.
El proyecto de François
Cuando supo a dónde apuntaba con su idea, François no quiso buscar a quienes se parecen a celebridades sino a “personas comunes” parecidas entre sí. Al hacer pública su idea, comenzó a recibir ayuda de amigos y familiares, de medios locales de Montreal que difundieron su propuesta. Se sintió decepcionado luego de los primeros cinco años: encontró solo a unas veinte personas parecidas.
Pero no solo que continuó con su meta sino que creó una pagina donde las mostraba y que actualmente contiene imágenes actualizadas de las duplas de diferentes nacionalidades, razas, edades y género. Con esta propuesta, Brunelle llegó a los Estados Unidos, Francia, Alemania, Suiza, Italia, Reino Unido y en 2014 Colombia, que se convirtió en su primer destino latinoamericano.
En Bogotá habló con la prensa local y contó: “Dimos con parejas muy buenas y en algunos casos, excepcionales”. Los resultados serán develados en una exposición itinerante y un documental que se verá entre julio y agosto de este año.
“Conocer a tu doble puede cambiarte la vida –asegura Brunelle–. Me acuerdo, por ejemplo, de dos hombres calvos que llegaron al estudio, se saludaron, empezaron a hablar y de repente uno le pregunta al otro: ‘Bueno, y, ¿estás casado?’. Y el otro le dice: ‘Sí, mi esposa se llama Francine’. Y el primero le responde: ‘¡La mía también!’. Desde ese día los cuatro se volvieron muy buenos amigos”.
Para el canadiense, estas coincidencias, que atraviesan lo físico, justifican todo el esfuerzo. “Soy un artista y no sé científicamente por qué sucede esto. Tengo una gran colección de dobles, pero cada vez quiero más. Es una fascinación inexplicable”, dice.
Al explicar su trabajo, cuenta que todas las fotografías del área de Montreal son tomadas en su estudio y cuando está en otras ciudades alquila estudios locales. “Las fotografías son muy simples, el proceso de toma es bastante sencillo. Los modelos se paran uno al lado del otro sobre un fondo neutro e improvisan poses. La interacción es natural y relajada. La sesión dura entre una o dos horas”, cuenta y explica: que las fotografías son en blanco y negro porque “en general, la claridad y simplicidad de las fotografías en blanco y negro eliminan elementos superfluos, como el color de la piel y el cabello, y permiten centrarse más en las similitudes esenciales en la estructura facial entre los dos dobles”.