Los ladrones del túnel de San Isidro pagaron un año de alquiler del galpón por adelantado
El 15 de noviembre de 2023, la banda de hampones que intentó robar la bóveda de un banco en pleno centro de San Isidro cavando un túnel de 150 metros firmó el contrato de alquiler para el lugar que se convirtió en su base, un viejo galpón que solía ser un taller mecánico. Estaba ubicado sobre la calle Chacabuco, a 150 metros del banco que intentarían robar.
No hubo regateo. Abonaron el precio pedido. Incluso, ofrecieron varias propiedades como garantía. Mejor aún para la inmobiliaria: pagaron todo un año de alquiler por adelantado. Dieron una excusa más o menos creíble. Afirmaron que allí montarían un negocio de placas contra la humedad, según confirmó un investigador clave del caso a Infobae.
Así, obtuvieron las llaves. No perdieron tiempo. Ese mismo mes, ocuparon el lugar, para su viaje al centro de la Tierra, o al centro del billete.
Armados con barrenas para perforar suelo, soldadoras, amoladoras, cavaron hacia abajo. Construyeron una escalera con peldaños de madera y siguieron camino, entre la tierra y la penumbra. Taladraron nueve meses seguidos, sin detenerse. Casi llegan a su blanco. Al final, todo fracasó.
“Se regalaron por una boludez”, asegura la misma fuente. Un fierro que asomaba del tunel, cavado a más de tres metros bajo el nivel de la calle Chacabuco, asomaba entre el viejo empedrado. Esto alarmó a un repartidor, que sintió que la varilla rozaba su camioneta. Avisó al banco en cuestión.
Horas después, la Policía Bonaerense llegaría con la fiscal Carolina Asprella, personal de la Municipalidad de San Isidro y una excavadora, para romper los adoquines, una carpeta de cemento de 60 centímetros, un poco de tierra. Allí, dieron con una literal obra de ingeniería civil, el intento de asalto más audaz de la historia reciente.
Hoy, la Bonaerense comienza una investigación en cada frente posible, bajo las directivas de Asprella y el fiscal Patricio Ferrari, que conforman el equipo dedicado a esclarecer el caso, con la supervisión del fiscal general John Broyad.
El galpón fue allanado. Se encontraron las herramientas, un carrito que habían construido para mover bolsas de tierra por el túnel. Sin embargo, la identidad de los hampones es un enigma.
La noticia impactó en las frecuencias bajas del mundo del delito, en presos veteranos que vieron en las paredes encofradas la mano de delincuentes con experiencia, un modus operandi totalmente nostálgico en una era. “La inversión fue altísima, no tengas dudas”, estima desde una cárcel bonaerense un hombre con dos condenas. “No fueron chicos. Mirá qué bien lo hicieron”, continúa. La banda hasta había instalado un sistema de ventilación en el lugar.
En el galpón, la Bonaerense encontró un corcho con planos de la calle Chacabuco y un mapa del banco que iban a asaltar, con la ubicación exacta de alarmas y sensores.