Los milagros y apariciones de la Virgen del Carmen: del Monte Carmelo en Israel al Ejército de Los Andes
Nuestra Señora del Monte Carmelo -o Virgen del Carmen- representa una de las formas más antiguas de veneración de la Santísima Virgen y de las más queridas por los cristianos. Se celebra el 16 de julio, fecha en la que en 1251 se apareció al sacerdote inglés Simone Stock, que en ese momento era el prior general de la orden carmelita.
El Monte Carmelo en Israel siempre ha sido considerado un lugar de gran misticismo y fortaleza espiritual. Carmen, que proviene de allí, significa “jardín” en arameo. El profeta Elías, reunido con otros hombres de fe en esta montaña y en abierto conflicto con los sacerdotes del dios Baal, los desafió a ver cuál era el verdadero Dios y planteó para ellos un desafío: preparar un sacrificio y observar cual era el Dios que respondería. Cuando los sacerdotes del dios Baal le imploraron a su dios no aconteció nada. Entonces el profeta Elías imploró a Yahveh con esta oración: “Señor, Dios de Abraham, Isaac y Jacob. Ahora te pido que des una prueba de que tú eres el Dios de Israel y que yo soy tu siervo. Muéstrales que tú me ordenaste que hiciera todo esto. Señor, atiende mi oración, muestra a la gente que tú, Señor, eres Dios. Así la gente sabrá que tú los estás haciendo volver a ti”. Y en el acto, el Señor hizo bajar fuego que quemó el sacrificio, la madera, las piedras e incluso la tierra alrededor del altar. Entonces todo el pueblo vio esto, se postró y comenzó a decir: “¡El Señor es Dios! ¡El Señor es Dios!”. Asimismo, cuando el Rey Acab pidió por lluvia, el profeta Elías hizo subir siete veces a su discípulo al monte Carmelo para que oteara el horizonte para ver si se avecinaba una tormenta. En la séptima ocasión, dijo el discípulo: “Desde el mar viene subiendo una nube. Es tan pequeña como una mano” Entonces Elías ordenó al discípulo que le dijera al rey: “Ve y engancha el carro y vete antes de que la lluvia te detenga”. Las nubes fueron oscureciendo el cielo; luego se levantó el viento y se desató una fuerte lluvia.
En esa pequeña nuba, dirán luego los mariólogos, estaba representada la Virgen María. Las laderas de la montaña fueron así lugar de peregrinación de monjes y ermitaños, y poco a poco se fueron quedando en ese lugar. Con el paso del tiempo, esos ermitaños se convirtieron en la orden de los carmelitas.
Este lugar aparece citado en el libro del profeta Isaías 35:2: “Que se alegren el desierto y la tierra seca, que con flores se alegre la pradera. Que se llene de flores como junquillos, que salte y cante de contenta, pues le han regalado el esplendor del Líbano y el brillo del Carmelo y del Sarón. Ellos a su vez verán el esplendor de Yahvé, todo el brillo de nuestro Dios.”
La aparición
Pero en el siglo XIII, fue al padre general de los carmelitas, Simone Stock, a quien se apareció Nuestra Señora del Carmelo, rodeada de ángeles, aureolada de luz y con el Niño Jesús en brazos. Y le entregó un escapulario que es una tira de tela con una abertura para la cabeza que cae sobre el pecho y la espalda, (por la escápula, de ahí su nombre) a veces con una capucha, que le habría garantizado la salvación del infierno y la liberación de las penas del Purgatorio. Y la virgen le dijo: “Este es un privilegio para ti y los tuyos: todos los que mueran usándolo se salvarán”
Los carmelitas, devotos de Nuestra Señora del Monte Carmelo, establecieron como regla la norma primitiva establecida por el profeta Elías, uno de los padres de la vida monástica: vigilias nocturnas, ayuno, abstinencia rigurosa, pobreza y silencio. Además, demostraron su consagración a Nuestra Señora del Carmen llevando el escapulario y dedicando su vida a imitarla.
Simone Stock, posteriormente canonizado difundió la devoción a Nuestra Señora del Carmelo por toda Europa y compuso para Ella el himno “Flos Carmeli”.
Inicialmente, el escapulario que es una tira de tela que se pasa a través de una abertura por la que se deslizaba la cabeza comenzó a ser utilizado muy comúnmente por muchos hábitos de diferentes órdenes monásticas como los benedictinos, los dominicos, los carmelitas, y se utilizaba como ropa de trabajo, para no dañar la prenda que se llevaba debajo. Algunas órdenes también adoptaron una capucha, parte integral del escapulario. Con el paso del tiempo el escapulario se hizo cada vez más largo, transformándose en una tira de tejido que llegaba hasta los pies.
Además de su uso práctico original como protección, el escapulario también se utiliza con fines devocionales. En particular, la Orden Carmelita lo convierte en un signo externo de devoción mariana. Los miembros de la Orden llevan el escapulario durante las procesiones en honor de Nuestra Señora del Carmen y durante la peregrinación de un altar a otro el Jueves Santo.
Juan XXII en la Bula Sabática (1322) afirmó que el uso del escapulario garantizaba la abreviación de las penas del Purgatorio. A partir de la Bula Sabática se generalizó la devoción al escapulario. En 1908, la Congregación de las Indulgencias confirmó los beneficios garantizados a quienes llevan este signo de devoción. Una bula del 11 de febrero de 1950, escrita por Pío XII, reconocía el valor del escapulario entre las devociones marianas, invitando a todos, religiosos y laicos, a llevarlo. En 2001, Juan Pablo II afirmó haber llevado durante mucho tiempo el Escapulario del Carmelo en su corazón.
El escapulario existe hoy en forma reducida para los fieles laicos. Está formado por dos cuadrados de tela marrón unidos por cordones. De un lado está la imagen de Nuestra Señora del Carmen y del otro, el Corazón de Jesús. Se trata de una miniatura del hábito carmelita y suele estar elaborado en tela. Las personas que portan el escapulario pasan a formar parte de la familia carmelita y se consagran a la Virgen. El escapulario es, pues, un signo visible de la alianza con María.
El Papa Pío XII decretó que el escapulario también podría ser sustituido por una medalla. Esta medalla conserva el significado y valor del escapulario clásico, siempre que la primera vez que se use se beneficie de una primera imposición equivalente a la realizada sobre el propio escapulario. Tal imposición debe ser realizada por un sacerdote y acompañada de una oración particular. Hoy en día, los escapularios de joyería hechos de madera y metal, a menudo en plata, decorados con pedrería o hechos de tela, están disponibles para la venta en tiendas y sitios de venta en línea.
En nuestra región la Virgen del Carmen poseerá gran preeminencia. El Gral. José de San Martin, el 5 de enero de 1817 en una gran ceremonia frente a la Iglesia de San Francisco en Mendoza, hace formar al ejército de los Andes y nombra generala de su ejército a la Virgen del Carmen de Cuyo y Manuel Belgrano, en una carta escrita el 6 de abril de 1814, le indicaba a San Martín: “…que no deje de implorar a Nuestra Señora, nombrándola siempre nuestra Generala, y no olvide los escapularios a la tropa”. Así, la Virgen del Carmen, cuya imagen se venera en Mendoza, se transformó en generala del Ejército Argentino.
En toda América, el 16 de julio es de celebración para la comunidad católica. El 24 de octubre de 1923, mediante una bula papal emitida por el papa Pío XI, se autorizó a los chilenos a denominar a esta advocación como “Patrona de Chile”. En el texto se declaró: “a la Bienaventurada Virgen del Monte Carmelo, Patrona Principal de toda la República Chilena, concediéndole todos los privilegios y honores que a los principales patronos de los lugares por derecho competen”. El 3 de abril de 1987, durante la visita de Juan Pablo II a Chile, se realizó la coronación de la imagen de la Virgen del Carmen que se encuentra en el templo votivo de Maipú. El santuario se encuentra en el lugar donde se libró la batalla homónima y fue su construcción allí debido al voto que realizó el Gral. O’Higgins, director supremo del país, prometió la construcción de un templo en honor a la Virgen en el lugar donde se asegurara la independencia de Chile. En Bolivia fue declarada patrona por el Papa Pío IX con una Bula Papal en 1851 y ratificada por el gobierno de Bolivia en 1852. Posteriormente, por ley del 11 de octubre de 1948 fue proclamada “generala y patrona de las Fuerzas Armadas de la nación boliviana”.
En la región bonaerense son cientos las parroquias, iglesias y capillas que llevan esta advocación mariana. Una de las principales es la capilla fundada por la Sierva de Dios Rvda. Madre Isabel Fernández del Carmen, fundadora de la congregación de las Hermanas Misioneras de San Francisco Javier, en la localidad de Villa Raffo, partido de Tres de Febrero, cuyo templo es monumento histórico municipal y provincial y las fiestas dedicadas a la virgen del Carmen son centrales, dado que es la patrona de esta localidad de Villa Raffo.
Asimismo, en la ciudad de Buenos Aires, hay tres parroquias dedicadas a esta advocación mariana: Nuestra Señora del Carmen de Villa Urquiza fundada como capilla el 20 de diciembre de 1891 día en el cual se procedió a la ceremonia de la bendición de la piedra basal, seguida de una misa de comunión general oficiada por el padre Becco, la cual fue elevada a rango de parroquia el 25 de marzo de 1896, confirmándose como Cura Vicario Interino, al Padre Blois. Nuestra Señora del monte Carmelo, ubicada en la calle Marcelo T. de Alvear, entre Av. Pueyrredón y Larrea, del Barrio de Recoleta. De estilo neo colonial se construyó en 1902 por las donaciones de Amelia Anchorena de Blaquier y su esposo Juan José. Se bendijo el 2 de julio de 1903. En un principio tenía una nave única, y en 1908 se le agregaron las dos laterales y es la casa Provincial de la Orden de los Carmelitas Descalzos.
La tercera tiene una historia extraordinaria: es la parroquia de Nuestra Señora del Carmen del Centro, ubicada en la calle Rodríguez Peña casi Av. Córdoba, fundada como capilla a causa de un exvoto de un vecino de la zona llamado Juan Antonio Rodríguez. Una noche, por el año 1835, al escuchar varios ruidos por los fondos de su propiedad, a punta de escopeta salió a ahuyentar a los supuestos ladrones, efectuó varios disparos a la cerca contigua de la casa de un vecino, pero al no volver a oír ningún sonido más, se retiró. Grande su fue su sorpresa al despuntar el alba y notar que yacía muerto de un disparo su vecino, que fue quien había salido a arreglar el alambrado por la noche y una bala disparada por don Juan Antonio había dado de lleno en el pecho. La justicia lo declara inocente, dado que fue un lamentable accidente, pero Don Juan Antonio no encontraba sosiego para su espíritu. Por tanto, en el lugar del hecho alrededor de 1840, hace levantar una capilla llamada “del desagravio” dedicada a la Virgen del Carmen que poseía un retablo principal dedicada a esta advocación y dos altares laterales uno a Santa Rita, otro a Santa Rosa de Viterbo y otro más pequeño a la Dolorosa. En 1850 Don Juan Antonia hace traer, de su tierra natal, Galicia, una esfera de bronce que contenía una cruz. La colocó sobre la simple espadaña de la capilla. Al no haber construcciones altas, la luz del sol se reflejaba en la esfera y la hacía brillar. Como se alcanzaba a ver desde muy lejos, los vecinos no tardaron en darle el nombre de la Capilla de la Bola de Oro como se la conoció de ahí en más. Desde 1873 la Madre Benita Arias, fundadora de las Siervas de Jesús Sacramentado, se hizo cargo de la capilla hasta 1894. En ese tiempo fundo la Casa Madre y un orfanato con escuela anexa. Como capellanía fue atendida desde 1843 por sacerdotes del clero diocesano. La capilla estaba en muy mal estado, entonces Doña Petronila Rodríguez, hija de don Juan Antonio, decidió erigir un nuevo templo el que se inaugura el 16 de Julio de 1888. Los restos de su padre son sepultados bajo el altar mejor del nuevo templo. El Cardenal Juan Carlos Aramburu la erigió en Parroquia el 16 de marzo de 1986.
Como vemos, la Virgen del Carmen posee una larga historia devocional en toda América y en particular en nuestra región.