¿Qué esperar de los ingresos reales?
Luego de un largo invierno en caída, los ingresos reales muestran atisbos de recuperación, parcial pero sostenida en los últimos meses, a partir de la baja de la tasa de inflación.
La recuperación real no es, sin embargo, solo una cuestión monetaria, aunque los incendios inflacionarios dejan una marca indeleble de la que cuesta recuperarse. La otra parte depende de factores reales e institucionales.
En el caso de las jubilaciones -para el sistema actual-, depende ahora casi exclusivamente de cambios institucionales y de las reglas de ajuste. En el caso de los salarios, lo relevante son factores reales, aquellos que están en la base del ingreso de un trabajador: la productividad del trabajo, y en forma más general, la productividad total de los factores. Y para cada trabajador, por supuesto, de las condiciones particulares de los mercados en que se desempeña.
Las jubilaciones
La regla actual es que se ajustan mensualmente con el IPC del Total País de Indec con dos meses de rezago. Con la inflación de mayo de 4,18%, se ajustaron haberes de julio, y con la de junio de 4,58% las de agosto. En setiembre, el ajuste fue nuevamente de poco menos, 4,03% y en octubre 4,17%. O sea que, en un régimen que va al 4% mensual, la máxima mejora real posible se da cuando la inflación se acerca a cero, y en el mejor de los casos se estabiliza en ese nivel. Por lo tanto, no cabe esperar mejoras reales en los haberes a menos que haya cambios de reglas.
La máxima mejora real posible de las jubilaciones se da cuando la inflación se acerca a cero, y en el mejor de los casos se estabiliza en ese nivel
En caso contrario, las pensiones se mantendrán cerca de 40% por debajo del nivel que tenían en 2016, básicamente por los sucesivos cambios de reglas de ajuste y la masificación del sistema sin aportes durante los gobiernos de los Kirchner que terminaron por quebrar -una vez más- el sistema jubilatorio.
Asalariados
Generar una recuperación sin modificaciones significativas de las condiciones y métodos de trabajo, puede dar lugar a mejoras reales de ingresos para los subgrupos de trabajadores vinculados a los sectores más dinámicos.
Sin embargo, el crecimiento de este grupo en la última década en términos de que constituye la “bolsa” en la que recalan quienes no obtienen un empleo formal, hace difícil prever aumentos sostenidos, aunque nada parece justificar que el ingreso real medio de ese grupo haya caído 56% respecto de 6 años atrás y por lo tanto podría experimentar mejoras junto con la recuperación de la demanda agregada.
Para los trabajadores asalariados privados, las mejoras están en parte asociadas a la salida del ciclo recesivo -lo que mejora la productividad de corto plazo al aumentar el uso de capacidad sin requerir cambios relevantes de empleo-, y en parte a mejoras de la productividad laboral y total factorial.
Lo primero -el “rebote” de corto plazo- permitiría sostener una mejora de los salarios reales privados formales de algunos puntos adicionales en próximos meses. Ello podría llevar esos salarios reales para comienzos de 2025 al nivel que tenían en noviembre de 2023, lo cual implicaría para el Índice de Variación Salarial del Indec (IVS formal privado) una mejora de casi 5% respecto de junio y de 8% para el Ripte.
Probablemente, para septiembre/octubre podemos esperar que algunos ingresos reales suban en el corto plazo como consecuencia de una mejora cíclica de la economía. El resto de los ingresos laborales seguirán la evolución de los respectivos grupos que los integran: trabajadores públicos, formales privados, informales y resto de cuentapropistas y autónomos.
En el sector público, el salario real promedio a noviembre del año pasado estaba casi 12% debajo de su nivel de diciembre de 2018, y en junio de este año había retrocedido otro 19% real.
Se estima un incremento nominal del orden de 3,6% para julio, algo por debajo de la inflación, y la política salarial para los próximos meses contempla ajustes con techo en 2% mensual, de modo que para este grupo -dadas las restricciones fiscales- las mejoras reales solo podrían provenir de procesos de jerarquización (o de la transgresión ya se haya alcanzado aproximadamente la mitad de dichas mejoras, mientras que completar la recuperación depende de la evolución del ciclo y de las restricciones que el Ministerio de Trabajo ha establecido -al no homologar en principio acuerdos colectivos que superen el 2% de crecimiento mensual, en la medida que no se justifiquen por mejoras de productividad-.
Las mejoras de productividad son la base para que los salarios reales muestren una mejora apreciable en los próximos meses
Las mejoras de productividad son por lo tanto la base para que los salarios reales muestren una mejora apreciable en próximos meses, al menos en el sector privado formal. La cuestión, sin embargo, es que las mejoras no se miden por “actividad” sino que a lo sumo se miden a nivel de empresa por lo que la justificación de aumentos por “mejoras de productividad” en convenios colectivos de actividad como prevalecen en la Argentina no es (y lo ha sido en el pasado) más que una excusa para aprobar oficialmente tales aumentos de la norma general).
De allí que, en general, no podemos esperar una recuperación relevante para el salario de este grupo para el resto del año y para 2025.
El grupo de “informales” y trabajadores por cuenta propia en el borde de la informalidad -monotributistas sociales y buena parte de resto de monotributistas- han tenido la caída mayor de ingresos reales (45% entre diciembre de 2018 y noviembre de 2023, y otro 19% hasta junio pasado). Son un grupo muy heterogéneo, pero que comparten un bajo nivel de productividad. Cambios en la demanda
El panorama general que surge de este breve análisis sugiere que podemos esperar que algunos ingresos reales suban en el corto plazo como consecuencia de una mejora cíclica de la economía, mientras que otros se mantengan estancados (particularmente jubilados y salarios públicos).
Para el mediano (y largo) plazo, en cambio, no hay ciclo que valga. Solo podemos apostar a mejoras de productividad ya sea tanto generales -del tipo desregulación y apertura de la economía- como las específicas de cada empresa.
Los que piquen en punta tendrán la oportunidad de retener el mejor personal disponible del mercado laboral, pero para esta carrera quizás todavía tengamos que esperar que la macroeconomía nos dé la perspectiva de que la estabilidad llegó para quedarse por largo tiempo.
El autor el Director y Economista Jefe de FIEL. Esta nota se publicó en Indicadores de Coyuntura 667 de FIEL